martes, 15 de abril de 2008

La costilla de Adán (10). Basado en hechos reales

El caso es que si esto fuera una película tú tendrías un deportivo, los músculos marcados y te despertarías cada mañana como si acabara de peinarte tu madre; te asomarías a la ventana semidesnudo (quién no luciría semejante cuerpo) y te encontrarías a tu vecinita, un superlativo monumento a mayor gloria de la especie que (¡sí! ¿Cómo puedes dudarlo, hombre?) te saluda a ti y te dedica la más encantadora e insinuante de las sonrisas. Pero un día más te levantas y no tienes el deportivo (de hecho, no tienes ni carnet), tus músculos se fueron al exilio y te despiertas con cara de náufrago y con pelos de haber visto a tu exsuegra; te asomas a la ventana (cubierto con el pijama que te regaló la abuela) y te dices que, en el fondo, puedes con todo. Sí: con todo. Pero, por el amor de Dios, ¿es qué tu vecina tiene que ser tan fea, coño?

4 comentarios:

Gaëlle dijo...

¡Alegra esta cara!
:)

Anónimo dijo...

Ay, me asomo a la ventana para ver algo bonito y me encuentro otra vez con el enclenque y desgreñado ese del pijama de los ositos. :S

Francisco Sianes dijo...

Mi querida Gaëlle,

¿A qué cree que se deben mis arrugas?

***

Disimulaba ella mientras se dejaba desnudar por sus expertas manos...

Vodquila dijo...

Buenisimo, si digamos que la realidad siempre supera a la ficción pero no precisamente en términos positivos. Me encantó. Te dejo mi pequeña historia real:
http://mendeleyevskaya.blogspot.com/2008/08/un-gota-gota-seminal.html