lunes, 28 de abril de 2008

Nocturno

¿A qué llamamos luz sino a esta herida que se mantiene abierta en nuestra noche?

La lechuza es solitaria, pero entiende.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"Vuela el mundo sobre el techo"
dice el búho que cantando
todo mira, todo busca,
todo dice pregonando,
pregonando, ay, pregonando.

¿Dónde está la siempre eterna
moraleja de la luna?
¿Dónde está, que no la encuentro
yo que no tengo ninguna
desde cuándo, ay, desde cuándo.

Mónica dijo...

Bonita reflexión. A veces es la herida, otras nuestro propio dolor, pero está claro que siempre hay algo que por un motivo u otro nos impide conciliar el sueño.
Gracias por tu visita y tus bonitas palabras.

Un saludo

Sir John More dijo...

Exacto, exacto... Si algún día el mundo entendiese esto, y luego lo aplicase a su respiración, no me cabe duda de que tendríamos mucho más cerca el paraíso.

Oiga, ¿todo esto provocado por el aire de París? Tengo pendiente una improbable visita fetichista a los rincones de Cioran, y de paso conocer una ciudad que aún no conozco... Si usted me dice que esto es del aire, voy ahorrando para el viaje y para los cuadernos en blanco...

Francisco Sianes dijo...

Inés,

Está justo aquí.

***

Lucidez, la herida más cercana al sol.

Gracias a ti por devolverla, Mónica. Y bienvenida.

***

Amigo Sir John,

Este viaje a París fue el año pasado. En principio, este blog pretendía ser un diario de lecturas y de viajes. Lo de las lecturas lo descarté desde el principio: me conozco y no tengo sentido de la medida. Y lo de los viajes, ya ve: cuadernos llenos de notas y, en casi un año, sólo un breve viaje a París.

Todo lo que lea en este blog no es más que una excusa para no escribir sobre lo que en principio pretendía escribir: una forma sofisticada de pereza.

Y, por Cioran o por quien sea, pásese por París. Que siempre es una fiesta, aunque no seamos ya jóvenes ni felices.