lunes, 17 de diciembre de 2012

Entropología

El antropólogo Lévi-Strauss escribió sus Tristes trópicos. La antropología, dijo, es una entropología: una constatación de la entropía. Nosotros, ciudadanos españoles, escribimos a diario nuestro Triste tópico: "en política, tenemos lo que nos merecemos". Ni una queja de nuestros políticos. Son como somos. Y sólo cambiarán cuando cambiemos.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿Yakarta o Cai?

Escucho a un gaditano definir a los indonesios: "El que no está tumbao está dejao caé". ¡Digo!

jueves, 8 de noviembre de 2012

Meritocracia

Hace unos días, frente a un café, conversaba con otros profesores sobre los apocalípticos y los integrados culturales. Conversación que, como suele suceder en tiempos de hiperpolitización perezosa, acabó degradándose en asignación de etiquetas. Tras arriesgar yo un par de intervenciones, una chica me tildó de "elitista". [Nota a pie de vida: tiene alma de psicólogo quien te convierte en una relación de síntomas. Tiene alma de puta quien te convierte en un puñado de dólares. Tiene alma de poeta quien te convierte en un cúmulo de metáforas. Dime a qué conjunto me reduces y te diré qué eres.] Me coloqué mi etiqueta encantado y traté de argumentar lo que aquí sigue:
En tiempos pasados, muchos individuos cultos (en el sentido de poseedores de una "cultura académica") despreciaban la "cultura popular", al tiempo que veneraban acríticamente su propio universo cultural. Aquello no era ninguna forma de elitismo: era, aparte de miopía intelectual y espiritual, la máscara de una ideología clasista. Hoy, la tendencia general es la inversa: son los defensores de la cultura popular quienes desprecian a los cultos ("académicos"), idolatrando su particular Weltanschauung. Se trata de un clasismo a la inversa: un encono de ese resentimiento social y cultural que ya diseccionó Nietzsche con su enfática agudeza. La propensión cultural de nuestro tiempo -sostenía yo ante mi ojiplática e inabordable interlocutora- no es aquel clasismo "académico", sino este clasismo populista. Ello no implica que el primero haya desaparecido; pero es obvio que ha sido sistemáticamente preterido por el segundo, más conforme con la cultura de las democracias de masas.

Intenté, a continuación, justificar mi apego al elitismo. No hubo manera. Se enfrió el café, pagamos la cuenta y nos despedimos etiquetados e irreconciliables.  

Me arriesgaré una vez más, esta tarde, a amargarles el café con otra reflexión apocalíptica que aspira a ser integradora. Pensaba, tras la susodicha conversación, que este clasismo populista se manifiesta con especial virulencia en la ideología igualitarista -que no debe ser confundida con la defensa de la igualdad de oportunidades-: esa ingeniería totalitaria de igualación social, sistemáticamente impuesta en las dictaduras de todo pelaje. En nuestras democracias, la ideología igualitarista se insemina y desarrolla con especial peligro y virulencia en el sistema educativo. Basta asomarse a la enseñanza primaria, secundaria y universitaria -especialmente tras el plan Bolonia- para hacerse una idea de ese planificado proceso de degradación cultural. 

No se engañen. No es que se haya adaptado el nivel de exigencia para aquellos alumnos incapaces alcanzar los estándares anteriores: se ha rebajado el nivel para todos los alumnos. Una procustiana igualación a la baja que persigue, entre otros objetivos, el generalizado entontecimiento de los alumnos -futuros ciudadanos aborregados- y una uniformización en la ignorancia a mayor gloria y beneficio de la enseñanza privada y las oligarquías dominantes. Consecuencias: no sólo el nivel general de conocimientos está por los suelos, sino que casi ha desaparecido el grupo de alumnos "excelentes" (como demuestran los informes PISA: vean y vean).

En otras palabras: bajo la máscara ideológica de la "democratización de la cultura", del "antielitismo", se ha alcanzado el objetivo propuesto: guillotinar la posibilidad de que la sociedad se regule por la meritocracia del talento. Porque el elitismo bien entendido es un sistema orientado a que, en cada ámbito profesional, sean los aristoi, los mejores, los más talentosos -provengan de la clase social que provengan- quienes desempeñen los cargos de mayor responsabilidad. Y esa meritocracia del talento, exige -como ya sabía Condorcet- una estricta política de igualdad de oportunidades.

Decía Ortega que resulta absurdo plantearse si es mejor o peor que una sociedad sea dirigida por las elites, pues una sociedad sin elites no puede existir. Precisemos: una sociedad que no está dirigida por sus elites -por sus aristoi- está condenada a la decadencia y la corrupción. Aclaro: no hablo sólo de elites políticas. Es preciso que, en todos los ámbitos sociales, sean las elites las que ocupen los puestos preeminentes (que los mejores cirujanos, los mejores mecánicos, los mejores profesores, los mejores jueces... desempeñen su labor en los puestos acordes con su mayor talento).

Uno de los problemas más graves a los que nos enfrentamos hoy es -discúlpenme el oxímoron- el populismo democrático: esa corriente de resentimiento dirigida contra los más talentosos. Un resentimiento en el que coindicen los oligarcas en el poder y el populacho, los dos actores de la servidumbre subvencionada. Unos y otros, por razones a la vez distintas y complementarias, tienen algo en común: el odio a la meritocracia del talento.

Una democracia digna de ese nombre debe defender radicalmente dos principios: la igualdad (de oportunidades) y la meritocracia (el elitismo bien entendido). Sencillamente, no podemos desaprovechar el capital social que constituyen las elites. Vuelvo a Ortega: la diferencia esencial entre el individuo noble y el plebeyo no es la sangre o la cuenta corriente, sino que el noble se sabe imperfecto y se impone voluntariamente un camino de perfectibilidad, mientras que el plebleyo se considera ya perfecto. Y es una tarea inexcusable preservar sin matices esa tendencia a la perfección presente en tantos hombres y mujeres. Tendencia que el populismo y el igualitarismo intentan ahogar; y que tantas veces consiguen ahogar.

Postular la meritocracia no es defender los privilegios de una clase ya establecida: es abogar por una política de supervivencia, justicia y perfeccionamiento social; es proponer a los mejores -sea cual sea el criterio con que definamos esa areté- como modelos ejemplares.

Malos tiempos para la pedagogía de la excelencia y las deudas de admiración. 

jueves, 4 de octubre de 2012

Inocencia

El adolescente que fuiste amaba a las mujeres con inocencia. (Inocencia: ese deslumbramiento ante la belleza parejo a la torpeza para acercarse a ella.) Sobrecogido, ensimismado practicante de la vida no vivida, las observabas desde la distancia de tu timidez y tu ensimismamiento. Pero ha pasado el tiempo. Desde hace años, has tenido a todas las mujeres que has querido. En vano buscas sus caricias, sin embargo; en vano sus declives y sus brazos. No te corresponden. Son para aquel chico con el corazón henchido y los abrazos vacíos. 

martes, 2 de octubre de 2012

Retrato

Era una persona con sentido del humor y sin resentimiento.

Eso no lo es todo. Pero es muchísimo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Vaivén

Vaivén entre el fantaseo y la insatisfacción: trágica pauta de las amas de casa y los esclavos de la soledad.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Ars longa, vita brevis. Una verdad que no merece tu ansiedad. No es posible agotar el arte y la literatura; pero tampoco es necesario. Una obra verdaderamente grande acoge toda la sabiduría humana o a ella nos orienta. ¿Por qué atender entonces a más de un libro, cuadro o melodía? Porque, como sucede en el amor y su mecánica, buscar lo mismo en lo distinto es ese rito que a diario nos confirma y nos engendra siempre por primera vez. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Espejo

Serás, póstumo hermano,
imagen y relato en el recuerdo.
Tu historia de relámpago
no la barbota, tartamudo, el trueno;
ni emborronará el olvido, ajeno,
tu efigie dibujada por el rayo.
Zigzag de luz será tu monumento.

La voz de un hombre bueno se ha apagado,
no su eco.
Vives para nosotros como espejo
que nos refleja siempre inacabados.

jueves, 30 de agosto de 2012

Nostalgia

Ave que vuela vuelta hacia el pasado
cantando la pureza del ayer impuro,
harás de cada instante despreciado
refugio de nostalgia en el futuro.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Á

Diciendo que te amo
cometo una exageración
que siempre se me queda corta.

viernes, 20 de julio de 2012

Vértice

Basta que lo terrible se repita para que comencemos a aceptarlo; basta con que se vuelva una costumbre para que propendamos a justificarlo. Tomamos lo azaroso (una patria, un amor, el propio rostro) como algo destinado y como tal lo amamos. Del mismo modo, despreciamos el fruto en mano por aquel que de la rama pende y nos reclama, el sí entregado por un esquivo acaso. Vértice del conformismo y de la ingratitud con el ahora, el hombre es el ser que santifica lo acontecido contingente como mitología y el porvenir conjetural como utopía.

jueves, 19 de julio de 2012

Ahorro

Los profesores podemos ahorrarnos años de torturada especulación teológica y metafísica: impartir una clase en la ESO es una prueba irrefutable de la inexistencia del alma.

lunes, 9 de julio de 2012

Crédito

¡Ay de los cheques en blanco que la pereza extiende a la ignorancia!

jueves, 5 de julio de 2012

Sexímil

El sexo con ella es como lanzar una carga de caballería en un callejón sin salida.

Filántropo

Abriéndose la gabardina con chulería, el exhibicionista ofrecía la altiva erección de su alma.

Con el corazón en la mano

Tiempos modernos: culto a la autenticidad, a la desnudez; desconfianza del artificio, del ornato, del juego. Paralelamente: tiranía de la pasión, apoteosis del sentimiento (sentimentalismo), religión del corazón; anatemización de la racionalidad, de la ironía, de la reserva.

Guillotinamos cabezas con el corazón en la mano.

domingo, 1 de julio de 2012

Apocalipse now

Es cierto: Teresa de Jesús creía ver a Dios entre los pucheros. Pero esto... ¡Esto ya es demasiado! Queridos lectores: el fin del mundo está cerca. ¡¡¡PENITENCIAGITE!!!

sábado, 30 de junio de 2012

La blancura y la savia

Lo más importante es no perder la esperanza. No hagamos demasiado caso a los que anuncian el fin del mundo. Las civilizaciones no mueren con tanta facilidad, y, aun suponiendo que este mundo tuviera que derrumbarse, lo haría después que otros. Es muy cierto que estamos en una época trágica. Pero mucha gente confunde lo trágico con la desesperación. «Lo trágico —decía Lawrence— debería ser una inmensa patada que se le pega a la desdicha.» He aquí un pensamiento sano e inmediatamente aplicable. Hay muchas cosas hoy en día que merecen esa patada.

Cuando vivía en Argel, esperaba siempre pacientemente durante el invierno, porque sabía que en una noche, en una sola noche fría y pura de febrero, los almendros del valle des Consuls se cubrirían de flores blancas. Después me maravillaba al ver cómo esa nieve frágil resistía todas las lluvias y el viento del mar. Sin embargo, todos los años resistía lo suficiente para preparar el fruto.

No es un símbolo. No ganaremos nuestra felicidad a fuerza de símbolos. Hace falta algo más serio. Quiero decir tan sólo que, a veces, cuando el peso de la vida se vuelve excesivo en esta Europa todavía colmada de su propia desdicha, me vuelvo hacia esos países restallantes donde quedan aún tantas fuerzas intactas. Los conozco demasiado como para no saber que son la tierra elegida donde la contemplación y el valor pueden equilibrarse. Meditar acerca de su ejemplo me enseña que, si se quiere salvar la inteligencia, es necesario ignorar sus dotes para la queja y exaltar su fuerza y su prestigio. Este mundo está envenenado de desdichas y parece complacerse en ellas. Está entregado por completo a ese mal que Nietzsche llamaba espíritu de torpeza. No le tendamos la mano. Es inútil llorar sobre el espíritu, basta con trabajar por él.

Pero, ¿dónde están las virtudes conquistadoras del espíritu? El propio Nietzsche las ha enumerado como enemigos mortales del espíritu de torpeza. Según él, son: la fuerza de carácter, el gusto, el «mundo», la felicidad clásica, el duro orgullo, la fría frugalidad del sabio. Tales virtudes son necesarias más que nunca y cada cual puede elegir la que le convenga. Ante la enorme magnitud de la partida en juego, que no se olvide en todo caso la fuerza de carácter. No hablo de esa a la que en las tribunas electorales acompañan los fruncimientos de cejas y las amenazas. Sino de la que resiste todos los vientos del mar en virtud de la blancura y de la savia. Esa es la que, en el invierno del mundo, preparará el fruto.

(Albert Camus. El verano.)

jueves, 14 de junio de 2012

Besugo

Comer besugo era para él un acto de autofagia.

lunes, 4 de junio de 2012

Paronomasia

Todo iría mujer en un mundo de mejores.

martes, 29 de mayo de 2012

La nave del Estado

Un barco a la deriva bajo la dirección de "tontos útiles" y por la sumisión de listos inútiles. 

Lesbos

En Lesbos, las mujeres prefieren hacer el amor en púbico.

Lepra

Ruina económica y política, miseria cívica y educativa... mierda que infecta todas la esquinas. El vertedero crece ahí, ante nuestros ojos; hijo de nuestra corrupción, nuestra irresponsabilidad, nuestra frenética apatía: tengámoslo por una de las grandes creaciones colectivas del presente. ¿Qué mano lavará esta lepra?

Recomendaciones literarias

Best seller para analfaburros: La coz a ti debida.

viernes, 11 de mayo de 2012

Lampedusa y los recortes

Un compañero de fatigas escribe sobre los recientes recortes en el sistema de enseñanza:  

"No digo que el malestar no esté justificado. Claro que lo está. Pero no porque las medidas de Wert sean intrínsecamente perversas, sino porque no se inscriben en un proyecto que las haga asimilables. Wert, como la izquierda, como la inmensa mayoría de sindicatos y profesores, como la sociedad española, ha preferido diferir las cuestiones de principios, aquellas que no tienen que ver con números y presupuestos sino con una concepción de lo que pueda o deba ser la enseñanza.

La desazón de muchos profesionales se vería mitigada si la dureza de las medidas se acompañase de un discurso argumentado, de un planteamiento intelectual con el que corresponder, al menos, a la supuesta inteligencia de sus interlocutores."

Esta es la clave. Teniendo en cuenta cuáles han sido las primeras medidas del ministro, todo seguirá exactamente igual, pero con menos dinero, más horas de trabajo y más alumnos por clase. Wert o el hipergatopardismo: cambiar algo para que todo siga aun peor.

jueves, 10 de mayo de 2012

Los árboles y el bosque

Tomando un café en una terraza, presencio una de esas estampas que nos regala la primavera sevillana. Unas jovencitas pasean, ya desembarazadas de los igualadores ropajes invernales, alborotando la tarde con sus risas. Las contemplo yo, a lo lejos, con sedentariedad no exenta de lujuria; y quiere la fortuna que se vayan acercando a la terraza y acaben sentándose a mi vera. Mas hete aquí que, contemplado de cerca,  aquel feliz grupito no es sino una adición de femeniles medianías que mi calenturienta y quijotesca observación ha trastocado en fantástico serrallo. ¿Cómo he podido urdir semejante delirio? Comprendo que en mi evaluación de aquel grupo de calamidades he restringido mi atención al caudaloso pecho de esta, al culito respingón de aquella, al melenón de aquella otra y al cimbreante contoneo de caderas de la de más allá, marginando los defectos que hubieran puesto freno y desautorizado a mi deseo. Así hacemos, aventuro, cada vez que movilizamos nuestros prejuicios y nuestros intereses para juzgar a cualquier conjunto o colectivo: sean los políticos, los inmigrantes, las mujeres, el manoseado "ser humano" o el mismísimo Universo, alternativa o simultáneamente responsables de todas las grandezas y todas las miserias. El bosque nos permite no mirar los árboles. El juicio individual y ponderado es, por tanto, una escuela de ecuanimidad y precisión frente a la hybris: la única manera de hacer justicia a cualquier sujeto, incluido el colectivo que formamos cada uno de nosotros mismos (que tantos hombres somos y seremos y hemos sido).

lunes, 30 de abril de 2012

Recién nacido

Sobre la cama de nuestros abuelos,
mi madre acuna a un niño que es mi hermano;
en torno, la familia; y yo entre ellos.
Es mi primer recuerdo, a los dos años.

Brillan mi madre y el recién nacido
tan lejos y tan cerca, entre las mantas.
"Qué guapa estás, mamá...", es lo que digo
y desanudo el mundo en mi garganta.

"Hijo, ¿quieres meterte aquí, conmigo?"
El mundo, hospitalario, me responde.
Quiero y ese querer es mi principio.
La vida es la belleza que me acoge.

domingo, 29 de abril de 2012

Exonfalonauta

Harto de tanto yo, mí, me, conmigo,
marino soy y abandoné la ruta
de los alrededores de mi ombligo.

sábado, 21 de abril de 2012

Manicura

Disputar por la alternativa política entre PP y PSOE -como entre cualesquiera otros partidos tradicionales- se parece cada vez más a dirimir la conveniencia de pintar de azul o rojo las uñas de una mano gangrenada.

miércoles, 11 de abril de 2012

Gafarroñas

Estas vacaciones hemos visitado a una amiga más limpia que los chorros del oro -vive entre peluches, gamuzas esterilizadas y geles con olor a caramelo-. Ayer, en conversación virtual con ella, me hizo sentir como la puta de Babilonia reconvenida por Teresa de Calcuta. Recordaba ella el embarazoso hecho de que tengo siempre las gafas sucias. Por difícil que resulte de creer, me paso el día limpiándolas (cierto es que con mi no esterilizada camiseta); constante empeño pongo en ello; pero todo se me desbarata y queda en sucia nada. Acabamos conviniendo, sin embargo, en que aquella tara personal era tal vez el símbolo de una mutación social. Los tiempos de bonanza crearon un ecosistema -un mimosistema- propicio a la aparición y auge de los gafapastas. Hoy, en tiempos de miseria, contemplar el mundo desde unas gafas sucias nos proporciona una perspectiva menos estética, pero más lúcida. ¿Soy acaso el macho alfa de una nueva tribu urbana, pionero astroso de un ecosistema -un puteosistema- propendiente a la multiplicación de sépticos pero fecundos gafarroñas?

martes, 10 de abril de 2012

Acción de gracias

Dedico este brevísimo poema
a todas las mujeres de mi vida.
A Rupi, por razones tan sentidas.
A Elena, por desórdenes que ordenan.
A Irene, a Patri, a Elena y a Gaëlle,
precisas artesanas de mi piel.
Y a ti, que no te nombro por tu nombre,
por ser sencillamente mi mujer
y hacer de mí sencillamente un hombre.

lunes, 9 de abril de 2012

martes, 27 de marzo de 2012

Chistes

En una ocasión, le preguntaron a Leonardo Sciascia cuál era la solución para Sicilia. "El aeropuerto", contestó.

Muy pronto, en mi país, sólo podremos ver un programa por la tele: Españoles en el mundo.

Estamos hechos del material con que se tejen los chistes.

domingo, 18 de marzo de 2012

Love and hate:

two words too old to end.

jueves, 15 de marzo de 2012

Amantes:

sed besobedientes.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Héroes

El tiempo de cobardes es tan triste
que mitifica a aquellos que resisten.
¡Ay qué barata, heroicidad, te venden:
el que no se corrompe ya es un héroe!

jueves, 8 de marzo de 2012

La sangre, que en la arteria trae la vida,

es desechada presto por la vena.
Lo que te da la salvación un día
se vuelve al día siguiente tu condena.
Apréstate a emprender la despedida;
el agua que no fluye se envenena.
No encubras con caricias las heridas.
¡Ay del amor que se confunde con la pena!

lunes, 27 de febrero de 2012

Etcétera

El dolor, etc.



Turiferarios

Los hechos no precisan abogados:
su mero triunfar los justifica.
Tienen a la existencia de su lado.
¡Ay de los entusiastas que lo olvidan!

El intelectual melancólico (1)

Leo El intelectual melancólico, un panfleto de Jordi Gracia que ha generado un cierto debate sobre algunos pecados intelectuales. Para quienes no lo hayan leído (háganlo), les dejo aquí una entrevista al autor, donde expone las líneas maestras de su librito:



Gracia presenta su ensayo como el diagnóstico (yo diría el psicoanálisis) de una "tipología moral" de intelectual cuyas críticas "catastrofistas" están motivadas "por el propio perfil psicológico del intelectual más que por los datos objetivos de su análisis". Irónicamente, el interés fundamental del panfleto es que se trata de un ejemplo paradigmático de la miopía que diagnostica.

El panfletista no identifica a los intelectuales melancólicos; pero es evidente -el propio Gracia lo reconoce en la entrevista- que el modelo diseccionado es su colega Jordi Llovet, tal como se presenta en sus memorias Adiós a la universidad (cuya lectura también les recomiendo). Este emborronamiento de los criticados no es una aplicación elegante del "se dice el pecado, no el pecador" sino -así lo afirma Gracia- una estrategia para no fajarse con lo anecdótico dejando intacta la categoría.

En realidad, estamos ante una "falacia del hombre de paja" de manual. No es que el autor cubra con un manto de piadosa sombra los modelos reales, es que se desentiende de cualquier modelo real. Obviando las declaraciones concretas (y contextualizadas) de intelectuales concretos, Gracia puede permitirse caricaturizar el discurso alarmista de forma que este ofrezca su perfil más fácilmente recusable.

Si el objetivo de El intelectual melancólico es proveernos de argumentos para combatir los excesos del catastrofismo intelectual, bien está; pero lo instructivo habría sido realizar el análisis de críticas concretas sobre la decadencia del sistema educativo, la autoridad intelectual y las humanidades e impugnarlas con los argumentos y “datos” que el autor reclama a los presuntos "melancólicos".

Sostenía antes que, más que un diagnóstico, Gracia realiza un psicoanálisis, pues incurre en la extendida y perniciosa tendencia de psicologizar un problema social sistémico. Gracia no para mientes en la jibarización de los programas educativos y, pese a ello, el crecimiento del fracaso escolar (desde la enseñanza primaria a la universitaria); ni en la conversión en guardería de la enseñanza primaria (… y secundaria); tampoco en el aumento de los niveles de ruido, indisciplina y violencia en las aulas (incluso las universitarias); ni el provincianismo antiilustrado y cavernario fomentado por los nacionalismos; ni la cuasi desaparición de las disciplinas humanísticas en los institutos (pérdida de horas de literatura y filosofía; marginación del latín y el griego…); tampoco en el fraude esperpéntico de las pruebas de acceso a la universidad; ni en los “cursos cero”; ni en el infantilismo de los programas boloñeses; ni en el paripé sonrojante de los estudios de postgrado; tampoco en el descenso de nivel de exigencia en las oposiciones de acceso a la enseñanza primaria y secundaria (las últimas se han regalado de facto a los profesores interinos); ni en la perpetuación del sistema mafioso y nepotista de selección del profesorado universitario. Aquí tenía el panfletista críticas concretísimas sobre la decadencia de las humanidades y del sistema de enseñanza español que habría sido instructivo rebatir con datos, números e interpretaciones alternativos. Una oportunidad perdida.

Pero su arsenal dialéctico tiene la mira puesta en otros objetivos. Gracia encuentra en el fondo de la alarma crítica “la frustración en el límite de la edad productiva, el desengaño ante las mutaciones sociales imprevistas, la herida abierta de una vanidad nunca estabilizada” de unos intelectuales cuya genealogía altoburguesa y temperamento elitista procura subrayar; intelectuales cuyo discurso apocalíptico “es un disfraz elegante de una nostalgia por la trascendencia que, en España al menos, no osa pronunciar su estirpe católica”. Sí: estamos ante “idealistas desengañados, porque el cristianismo es a menudo un idealismo perfecto para fabricar resentidos de por vida”. Permítanme la guasa: hemos pasado de la conspiración judeomasónica a la frustración pijocatólica. ¡Con la iglesia (progre) hemos topado!

El intelecual melancólico (y 2)

No seré yo quien niegue que algo haya de Narciso herido en nuestros intelectuales más alarmistas (como tampoco que haya algo de “resentimiento pequeñoburgués” en los diagnósticos de Gracia y otros intelectuales); pero lo relevante -insisto- no son los síntomas del crítico, sino la pertinencia de sus críticas.

Así que dejemos el diván y volvamos a los argumentos. Además de este ejercicio de psicoanálisis, Gracia acusa a los (innominados) intelectuales melancólicos de haber malentendido a los clásicos cuyo legado aseguran defender, pues –sostiene el ensayista– son precisamente los "clásicos" quienes demostraron que la naturaleza de las cosas es, de hecho, la mudanza, la transformación, la pérdida de la influencia. Realidad contra la que, presuntamente, se rebelarían los nostágicos.

Primero: el legado ideológico de los grandes autores puede utilizarse para defender casi cualquier postura ante el mundo. De hecho, son precisamente los clásicos -buena parte de los grandes novelistas, filósofos y poetas del pasado- quienes convirtieron en tópico el mito de la pasada Edad de Oro frente a la presente Edad de Hierro (cómo, a nuestro parecer…). Los presuntos melancólicos podrían carecer de todo menos de precedentes ideológicos en las fuentes clásicas…

Segundo: el hecho de que la naturaleza de las cosas sea la transformación y la mudanza no nos aclara cómo debemos valorar esa transformación y cada concreta mudanza. Tan necio y miope es rendirse al pesimismo apocalíptico como al optimismo de los turiferarios de los hechos consumados.

Leo a Llovet y a otros “intelectuales melancólicos” afines -Azúa, Pardo, Argullol, Finkielkraut (en Francia los llaman “pesimistas culturales”)- y, pese a inevitables desenfoques y simplificaciones, no encuentro en ellos el catastrofismo sin fisuras, la nostalgia acrítica, la desestimación categórica del presente que denuncia Jordi Gracia. Sí un argumentado –y, por supuesto, discutible- cuestionamiento de algunas tendencias del mundo de hoy y una defensa matizada -y discutible, por supuesto- de ciertos principios del ayer.

Es paradójico, además, que Gracia proponga como modelos de intelectual a Mario Vargas Llosa y George Steiner. El primero, tan crítico o más que Llovet con algunas de las derivas culturales del presente; el segundo, el epítome de intelectual melancólico: aquel que desestima globalmente la cultura humanística y el arte de las últimas décadas por haber abandonado la senda del elitismo espiritual y de la trascendencia religiosa. Los defectos de los terneros son virtudes de las vacas sagradas. Parece.

Seamos justos: Gracia expone en su panfleto otros argumentos con los que es difícil no estar de acuerdo (la esterilidad del hastío, la defensa de la ecuanimidad del juicio contrastado frente a la monomanía crítica, la compatibilidad de especialización y grandes síntesis en los estudios humanísticos, la fecundidad del entusiasmo, el compromiso necesario con el presente...); pero con los que pocos intelectuales (melancólicos o no) se mostrarían en desacuerdo. Bien están como recordatorio.

Lo preocupante es que, empeñado en crearse enemigos a medida de su lucimiento, Gracia incurre en una tentación peligrosa e irresponsable: minimizar los problemas sistémicos de la cultura, las humanidades y la educación achacándolos a la nostalgia, la vanidad herida y la obsolescencia de quienes los señalan; acusar a quien porta el espejo y absolver la corrupción que el espejo refleja.

[En otra ocasión, si tengo tiempo y ganas, comento la defensa graciana de la "cultura socialdemócrata".]

viernes, 24 de febrero de 2012

Mujeriegos

Algunos mujeriegos son como las empresas públicas ruinosas: están pidiendo a gritos la privatización.

Vela

Cuatro ojos sin párpados
encienden la tiniebla.
Para quienes se aman
amanece de nuevo
cuando llega la noche.

jueves, 23 de febrero de 2012

lunes, 20 de febrero de 2012

Procrastinador

De hoy no pasa que mañana mismo empiece.

jueves, 16 de febrero de 2012

Lo lleno y lo vacío

Acumuló tanto que desaprendió a tender la mano.

Dieta

Se puso a dieta de brevedad, antes de que su locuacidad lo redujera demasiado.

martes, 14 de febrero de 2012

Día de los enamorados

Todos sabemos que nuestra condición de persona amada es azarosa. Otro podría ocupar nuestro lugar entre los brazos del amado. Otro, su lugar en nuestro abrazo. En tiempos de fácil mudanza, no practicamos la paciente artesanía de lo construido; acatamos la autoridad de lo sobrevenido. Frente al vendaval de las pasiones espontáneas, yo reivindico la firmeza del amor edificado.

lunes, 13 de febrero de 2012

Nostálgico

En tus conversaciones, cedes siempre al pasado la última palabra.

Despedida y cierre

El tiempo suturó tu herida con agujas de olvido e hilo de dolor.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Turismo

Queremos viajar; pero no a riesgo de incurrir en lo desconocido. Criaturas de tiovivo.

martes, 7 de febrero de 2012

Descartes 2.0

Un amigo me dedica una admonición que había escuchado a otros en otras ocasiones: "Si no estás en twitter [facebook, tuenti...] no existes."

Lema de los nuevos tiempos: tuiteo ergo sum.

jueves, 19 de enero de 2012

Tarea del héroe

De nuevo, el propósito imposible:
hallar la fórmula de compromiso
entre lo deseable y lo posible.

martes, 10 de enero de 2012

Yo confieso

Si pudiera imaginarlo, podría hacerlo; luego no puedo imaginarlo.