A través de los amplios ventanales de su despacho casi en sombra, el notario repasa los contornos consuetudinarios, la agitación balbuciente de su ciudad. Maquinalmente satisfecho consigo mismo, sabe que ha logrado domeñar un nuevo día, que nada ha perturbado (ni perturbará) su sereno imperio sobre el orden de las cosas. Apenas logra reparar en la tormenta que se anuncia en lontananza (tan tibio es el sillón en que se mece); en la disputa turbia de los manifestantes, allá abajo (qué lejana). Podría, sin embargo -bastaría con afilar la voluntad y dirigir la vista al lateral del edificio-, detenerse en la pintada de un rojo desvaído (Ne travaillez jamais), que el sol despierta y ensangrienta en su trayecto hacia el ocaso; en el compromiso que él mismo trazó (aquí abajo) hace hoy justamente veinte años.
jueves, 20 de agosto de 2009
Horizonte
El pecho tiene espacio suficiente
para albergar a todo lo que huye.
Y esta orfandad. Sol que se pone
sobre un oleaje de caricias,
cuando tu ardor se escapa entre mis dedos.
para albergar a todo lo que huye.
Y esta orfandad. Sol que se pone
sobre un oleaje de caricias,
cuando tu ardor se escapa entre mis dedos.
martes, 18 de agosto de 2009
viernes, 14 de agosto de 2009
miércoles, 12 de agosto de 2009
Soy, somos
Ahora que vuelvo a mi ciudad, me preguntan por qué la prefiero a los pueblos. Con la pereza de la generalización, respondo: "En la ciudad, se conjugan los verbos en primera persona del singular; en los pueblos, lo hacen en primera persona del plural". Con eso queda dicho todo.
Te Deum
Génesis y Apocalipsis. Las obras completas de Dios. Otro autor que mejoró con la experiencia.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)