Bonita reflexión. A veces es la herida, otras nuestro propio dolor, pero está claro que siempre hay algo que por un motivo u otro nos impide conciliar el sueño. Gracias por tu visita y tus bonitas palabras.
Exacto, exacto... Si algún día el mundo entendiese esto, y luego lo aplicase a su respiración, no me cabe duda de que tendríamos mucho más cerca el paraíso.
Oiga, ¿todo esto provocado por el aire de París? Tengo pendiente una improbable visita fetichista a los rincones de Cioran, y de paso conocer una ciudad que aún no conozco... Si usted me dice que esto es del aire, voy ahorrando para el viaje y para los cuadernos en blanco...
Gracias a ti por devolverla, Mónica. Y bienvenida.
***
Amigo Sir John,
Este viaje a París fue el año pasado. En principio, este blog pretendía ser un diario de lecturas y de viajes. Lo de las lecturas lo descarté desde el principio: me conozco y no tengo sentido de la medida. Y lo de los viajes, ya ve: cuadernos llenos de notas y, en casi un año, sólo un breve viaje a París.
Todo lo que lea en este blog no es más que una excusa para no escribir sobre lo que en principio pretendía escribir: una forma sofisticada de pereza.
Y, por Cioran o por quien sea, pásese por París. Que siempre es una fiesta, aunque no seamos ya jóvenes ni felices.
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
4 comentarios:
"Vuela el mundo sobre el techo"
dice el búho que cantando
todo mira, todo busca,
todo dice pregonando,
pregonando, ay, pregonando.
¿Dónde está la siempre eterna
moraleja de la luna?
¿Dónde está, que no la encuentro
yo que no tengo ninguna
desde cuándo, ay, desde cuándo.
Bonita reflexión. A veces es la herida, otras nuestro propio dolor, pero está claro que siempre hay algo que por un motivo u otro nos impide conciliar el sueño.
Gracias por tu visita y tus bonitas palabras.
Un saludo
Exacto, exacto... Si algún día el mundo entendiese esto, y luego lo aplicase a su respiración, no me cabe duda de que tendríamos mucho más cerca el paraíso.
Oiga, ¿todo esto provocado por el aire de París? Tengo pendiente una improbable visita fetichista a los rincones de Cioran, y de paso conocer una ciudad que aún no conozco... Si usted me dice que esto es del aire, voy ahorrando para el viaje y para los cuadernos en blanco...
Inés,
Está justo aquí.
***
Lucidez, la herida más cercana al sol.
Gracias a ti por devolverla, Mónica. Y bienvenida.
***
Amigo Sir John,
Este viaje a París fue el año pasado. En principio, este blog pretendía ser un diario de lecturas y de viajes. Lo de las lecturas lo descarté desde el principio: me conozco y no tengo sentido de la medida. Y lo de los viajes, ya ve: cuadernos llenos de notas y, en casi un año, sólo un breve viaje a París.
Todo lo que lea en este blog no es más que una excusa para no escribir sobre lo que en principio pretendía escribir: una forma sofisticada de pereza.
Y, por Cioran o por quien sea, pásese por París. Que siempre es una fiesta, aunque no seamos ya jóvenes ni felices.
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