Sr. Sianes le dejo aquí un consejillo del amigo Cortázar.
"Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos."
Llore de vez en cuando, llore, verá como se anima (cosa que según usted no necesita)y deja de escribir apocalipticos pensamientos (que además no corresponden con su realidad...o si?). Si aún así sigue en sus trece y no cambia de opinión, cúlpeme. Yo no perderé nada y usted sólo tres minutos.
¿Quién dijo que la sentencia sea uno condena y no una absolución? A mí me tienta el juicio nulo...
Un abrazo.
***
Idea,
La muerte está siempre aquí: es la sal que da sabor a todas las cosas de la vida. Una vida sin muerte es tan inimaginable como una comedia sin telón o un gobierno sin corruptos.
Abrazo tanguero.
***
Suerte pues, amigo Ricardo.
***
Anónima, Inés,
"Yo ya no lloro. Ni siquiera cuando recuerdo lo que aún me queda por llorar."
Recuerden también a Pessoa. Los poetas (y ciertas mujeres perversas, añado dolido) son fingidores. Algunos juntapalabras, también.
Ustedes deciden en cuál de los tres grupos me incluyen.
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
7 comentarios:
Cumpliré, en este extremo del hilo, mi condena.
Ahora solo confiar que al otro lado este el “Athene noctua” (o como mucho algún búho disfrazado de lechuza) y no un tropo con tijeras :)
Oh, las palabras !!! La muerte llegará, ineludiblemente, le llamemos o no sentencia, pero mientras tanto:
“Cada mañana estrena un nuevo día
y yo también mi terca valentía
y le respondo al milagro de estar vivo
inventándome un motivo para amar.”
Las letras de los tangos ya lo han dicho casi todo.
Ojalá así sea.
Saludos
Sr. Sianes le dejo aquí un consejillo del amigo Cortázar.
"Dejando de lado los motivos,
atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza.
El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al
final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el
mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro.
Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto.
Duración media del llanto, tres minutos."
Llore de vez en cuando, llore, verá como se anima (cosa que según usted no necesita)y deja de escribir apocalipticos pensamientos (que además no corresponden con su realidad...o si?).
Si aún así sigue en sus trece y no cambia de opinión, cúlpeme. Yo no perderé nada y usted sólo tres minutos.
Una anónima que no lo es tanto.
...la vida es la única sentencia que mereceremos.
Premio o castigo que muchos recibirán inmerecidamente.
#
[Si lo precisa, estoy dispuesta a prestarle (sólo prestarle, ¿eh?) mi hombro como almohada para el llanto. ;P]
Elena,
¿Quién dijo que la sentencia sea uno condena y no una absolución? A mí me tienta el juicio nulo...
Un abrazo.
***
Idea,
La muerte está siempre aquí: es la sal que da sabor a todas las cosas de la vida. Una vida sin muerte es tan inimaginable como una comedia sin telón o un gobierno sin corruptos.
Abrazo tanguero.
***
Suerte pues, amigo Ricardo.
***
Anónima, Inés,
"Yo ya no lloro. Ni siquiera cuando recuerdo lo que aún me queda por llorar."
Recuerden también a Pessoa. Los poetas (y ciertas mujeres perversas, añado dolido) son fingidores. Algunos juntapalabras, también.
Ustedes deciden en cuál de los tres grupos me incluyen.
Un abrazo.
¿Juicio nulo? ¿Y perdernos la función?
No, no...que es muy divertido ;)
(Besos sin maquillaje)
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