miércoles, 2 de abril de 2008

Rebeldes sin pausa

Hay épocas sensatas que rinden culto a la madurez (y aun a la ancianidad); hay otras -acaso más divertidas, sin duda más atolondradas- que enaltecen la juventud. Y hay épocas decididamente suicidas que entronizan la niñez. Hermanos hombres, hoy vivimos en la guardería global.

Podría multiplicar los ejemplos -el desaliento- ciñéndome a mi experiencia docente. Me limitaré, por hoy, a comentar un fragmento de Next de Alessandro Baricco, un ensayo (por otra parte ágil, nervioso y movilizador) sobre la globalización.

El fragmento en cuestión no tiene desperdicio: se trata de un elogio de los grupos contrarios a la globalización, que cito y apostillo inmediatamente.

Hay algo que podemos comprender sobre los grupos antiglobalización: incluso antes de preguntarse qué piensan del mundo globalizado, se indignan por la forma en que nos lo están vendiendo -me pregunto quiénes serán los que "nos lo están vendiendo". ¿Los malvados capitalistas? ¿Bush, Botín, Bill Gates? Como si no hubiera millones de trabajadores cuyo sustento depende de esa economía "globalizada", como si no hubiera millones de individuos, en modo alguno multimillonarios, encantados con las posibilidades que les ofrece la "aldea global". Lo más pavoroso es que se trata de una indignación que precede a la reflexión y que, según se puede deducir, justifica la ausencia de juicio. Lo relevante, además, no es tanto que la globalización sea o no perniciosa, sino el hecho de que intenten "vendérnosla" desfachatados mercaderes-, y por la propensión colectiva a tragarse la epopeya (...) sin plantearse demasiadas preguntas -esto es: esos grupos antiglobalizadores que no se plantean demasiadas preguntas (o ninguna) antes de oponerse, se indignan porque los acomodados clientes se traguen el cuento de la lechera globalizadora sin planteárselas. Parece que tampoco se ha preguntado nadie si esos "clientes" realmente se las han planteado y han respondido afirmativamente-. Sobre todo los más jóvenes -me lo temía-: son antiglobalización porque es un modo de intentar tener una mente libre, independiente, no hipnotizada por el bombo del poder -o sea, que basta vestirse de antiglobalizador (¿y okupa?) para tener una mente libre e independiente del poder (¿qué poder? El poder está en todas partes). Yo quiero.-; tienen ganas de salirse del rebaño y de mofarse del pastor -vamos, que se oponen a la globalización no por convicción política, sino para mirar por encima del hombro a la canalla y divertirse armando el taco. Fijo que así se folla más.-. A lo mejor, luego no saben muy bien qué es la globalización -ya me lo estaba yo temiendo...-, o no han razonado nunca verdaderamente sobre el asunto -ni sobre nada: ¡lejos de nosotros la funesta manía de discurrir!-. Pero, por instinto, montan un follón -¿a que acojona?-. Que sea Vietnam o la globalización no cambia mucho las cosas -o la prohibición del botellón o la desaparición del lince ibérico... Qué más da: ¡a liarla, oeeeé!- : siempre hay una porción de la humanidad que no está por la labor -¿qué labor?-, que se rebela ante la inercia con que la mayoría adopta eslóganes que alguien ha inventado para ellos -¡y lo dicen los que no piensan!-. Son los rebeldes -abróchense los cinturones-. ¿Tendríamos que condenarlos por la única razón de que no sabrían mantener un debate sobre la globalización? -Hombre, Baricco, a la hoguera no los voy a mandar: me conformo con que no me grafiteen la puerta de casa por beber Coca Cola- No lo creo. Más bien tendríamos que defenderlos de la extinción -¿de la extinción? Este señor no se pasea por las calles...-: son nuestro seguro contra todos los fascismos -sí, un seguro a todo riesgo... Habrá que recordar que los fascistas se levantan siempre contra el orden establecido: creo que en España, para no irnos más lejos, constituyeron el "Bando Rebelde"-. Son la ansiedad que nos mantiene despiertos en las noches de nuestro sentido común -a mí me mantienen ansiosamente despierto en las noches del fin de semana-. Habrá quien diga: sí, pero sobre la globalización se han equivocado. Aunque fuera verdad, no importa -¿a quién le importa la verdad a estas alturas?-. La próxima vez tendrán razón y serán la salvación de todo el mundo -que Dios nos pille confesaos...-.

(Sigue...)

13 comentarios:

Anónimo dijo...

División o Fusión he ahí un dilema…
Sin embargo se podrían ampliar las miras y empezar a hablar en términos de interdependencia (ups!! ¿¿Y eso que es??)
Pero claro, misión difícil en un punto en que prepotencia-impotencia se dan de comer mutuamente: Vencedores y vencidos, la víctima y su verdugo… y sí, un capazo de salvadores que están huecos de contenido. Sin embargo, en algo (y matizo) estoy de acuerdo con Baricco, el contenido es lo de menos (y añado) en un guión tan claramente repartido.

Francisco Sianes dijo...

Anónimo (por favor, por caridad, anónimos del mundo: ¡úsenme un nick distintivo!),

Creo que no he entendido su comentario... ¿Qué es exactamente lo que quiere decir?

Un cordial saludo.

sandmann dijo...

"Favor, no se molesten, que casi me estoy yendo. No vine a perturbarles ni menos a ofenderlos."

Francisco, se me hará difícil rebatir su ágil pluma. No obstante, ha despertado en mí un cierto brote de indignación que necesita ser expresado.

Vayamos por partes.

En primer lugar, su comentario me parece un poco injusto. De los cientos de tipos de censura, la más cobarde quizá sea la descontextualización. Y usted ha pecado en exceso de ella. Es injusto con el libro de Baricco porque extrae del mismo quizá el párrafo más polémico, sin duda el más exaltado. Además no lo extrae de forma gratuita: lo mutila en un momento con esos tremendos puntos suspensivos, y no lo culmina con las líneas subsiguientes, que vienen a aclarar y completar la fuerza de este párrafo que usted desgrana, y que yo imitaré haciendo lo propio. Empiezo.

Ese "modo en que nos lo están vendiendo", entronca directamente con la tesis del autor acerca de las reuniones del G-8, y es una frase que sirve de corolario a (y que por tanto, está condenada a simplificar) esta idea. No quisiera extenderme en mi respuesta explicando la teoría de los encuentros del G-8 como anuncio publicitario del “tout va tres bien, madame, tout va tres bien”, luego espero que quien leyera este comentario conociera o decidiera conocer el libro. Yo cuando lo leí no me imaginaba a Mr. Bush en un cuarto oscuro maquinando el nuevo mensaje que obligue a asimilar la globalización, ni a los de la Coca-Cola descubriendo algún ingrediente secreto que atontice nuestras mentes. Pero no puedo dejar de leer los informes de desarrollo de Naciones Unidas y que me sigan oliendo a chamusquina, o la doble moral del discurso televisado y el discurso hecho ley y tratado internacional. Es lo terrible de conocer (¿conoce usted estas realidades, Francisco?), que te hace dudar.

Pero sin duda lo más terrible es su frase: "¿cómo si no hubiera miles de trabajadores cuyo sustento depende de esa economía globalizada?" Yo nací con un tremendo problema, y es el de la memoria histórica. Su frase, aparte de a topicazo neoliberal, me suena a algo más. Me suena a esos que dicen “hombre, mejor que haya una fábrica de calzado en India (y permítame usar el ejemplo fetiche: los lugares comunes acercan posiciones) y al menos ganen un dólar al día trabajando 12 horas, a que no esté la fábrica y se mueran de hambre”. Me recuerda, más años atrás, a esas fábricas dieciochescas donde trabajaban hasta los niños (“hombre, mejor que trabajen los niños si con eso pueden comer y no morirse de hambre”), a ese liberalismo feroz que, como nos recuerda Baricco, nos llevó a los terrores comunista y fascista, y por último a dos guerras mundiales con las consecuencias que todos conocemos. ¿Realmente dos siglos de historia no han valido para que nos demos cuenta de que este no es el camino? Yo, coincidiendo con el autor, me temo que no.

Pero sigamos. En efecto esa frase de Baricco “esa propensión colectiva a tragarse la epopeya” es desafortunada, pero no menos cierta. Desafortunada, porque incita a pensar que la rebelión sin reflexión es mejor que la aceptación sin reflexión. En este punto muestro mi desacuerdo con el autor. Pero no es incierta, pues como usted bien sabe, vivimos en una sociedad que no es muy dada a la reflexión. Usted, como educador, sabe que la causa de estos problemas empieza en la cuna, continúa en un sistema educativo adormecedor, y finaliza en un vida de estrés que los Bradbury, Orwell o Huxley han analizado mejor que yo. Y el autor se hace eco de esto: de la indiferencia de aquellos que no se plantean lo que se le vende.

Las siguientes frases, que usted apostilla muy bien asegurando que "así se folla más", reiteran estas dos primeras ideas. Pasemos a la siguiente frase, a esa de "¿Tendríamos que condenarlos por la única razón de que no sabrían mantener un debate sobre la globalización?". Este párrafo, y usted lo sabe pues tendrá en su regazo el libro que yo le regalé, viene continuado por otro que dice algo así como (y disculpe la vaguedad de la cita, pero lo leí en lengua italiana) “Por supuesto que hay otros que de la globalización saben mucho. Ya sea en su vertiente medioambiental, en defensa de los derechos indígenas, etc etc. Son personas que podrían mantener una conversación y que se oponen porque piensan realmente que la globalización nos manda a todos a cagar”. La idea es que Baricco asume la existencia de esta masa (y masa hay en todos los bandos, y todos lo somos en según qué temas), pero también la de unos, llamémoslos ideólogos, que se oponen fundamentadamente y ejercen su poder y fuerza de convicción para empujar en la dirección contraria. Usted a estos ni los menciona, ni los considera según creo leer. Mientras lo dejen descansar en su reluciente torre de marfil los fines de semana, que se encargue otro de lo que pasa en el mundo. "Laissez faire laissez passer", que decían en el siglo diecinueve.

Pero es de la última frase de la que me preocupo más. "La próxima vez tendrán razón y serán la salvación del mundo". Lo que el autor sostiene es que hay que mantener siempre despierta la capacidad de indignación. Hay que plantearse los porqués, hay que discurrir acerca de lo que se esconde detrás de las “Verdades”, y de las “Afirmaciones” con mayúsculas. Pero eso ha de ser así en un mundo globalizado, neoliberal, comunista, democrático, minarquista o anarquista. Siempre hay que mantener despierta la capacidad de indignación, siempre hay que ser el acicate de lo establecido, de lo dado porque sí. Lo más terrible es ignorar que toda sociedad, todo acuerdo, toda realidad, es fruto de un contrato social, y por tanto contextualizado hasta la médula. Cuando esa contextualización se olvida, se matiza o se esconde, necesitamos de esos rebeldes que nos recuerden los por qués. Esos que se sienten encorsetados con las verdades que otros les han fabricado, aquellos que luchan contra el fin de la historia, pues sólo en el movimiento se podrá avanzar, nunca estancados se podrá dar un paso, aunque a veces, y eso es lo que dice el autor, sea un paso equivocado y hacia atrás.

El reverso de esto, Francisco, es lo que usted ha llamado la guardería global. Es una frase que, como usted sabe, le he parafraseado, pero siempre lo hice en otro sentido. Para mí el problema de estos aldeanos de teta no es precisamente su pataleo, sino su pasivismo, su falta de responsabilidad. Esas frases peligrosas suyas que le he citado, esa aceptación de lo dado porque me beneficia y extiendo este beneficio a todos, esta sumisión a la idea sin zarandearse para quitársela de encima cuando no sabes de donde te están lloviendo las tortas pero igual las ves caer como goterones cuajados contra tu cristal, estas ideas, me parecen aún más peligrosas que las del que se queja por si acaso.

No estoy defendiendo con mis líneas una justificación en todo caso de la barricada por la barricada, estoy defendiendo una actitud política (y sé que me leerá esta palabra como esta escrita: en el sentido más etimológico de la misma) de responsabilidad, de pregunta, de cuestionarse si lo que nos viene dado, nos gusta o no.

Pero basta por hoy. Le mando un abrazo y le seguiré leyendo con voracidad.

Francisco Sianes dijo...

Ah, hipócrita lector, mi prójimo, ¡mi hermano!,

Me pilla naufragando ya hacia la cama (que de la piratería no es que me esté quitando es que no hay de dónde: ya llegará a mi edad, ya).

Lo que sigue va a ser largo y precipitado. Así que rellene los huecos.

Antes de nada: primero espere a que acabe el artículo y luego me lo destroza. ¡Contextualíceme, hombre!

A ver, muy brevemente: del libro de Baricco he dicho que me parece "ágil, nervioso y movilizador". Ya querría yo que fueran así de injustos conmigo ciertas mujeres. Si no se ha dado cuenta, no hago una crítica del libro: cito un fragmento para hablar de lo que realmente me interesa: el culto a la "rebeldía".

El G-8 o la OPEP es lo de menos. La globalización, como el Viagra, no lo vende el "poder". Eso es un absurdo monumental. La globalización nos la vendemos todos, porque nos interesa. ¿O es que usted no usa zapatillas Nike y compra billetes en Air Berlin por internet? Nadie puede vender lo que nadie quiere comprar. El poder no es (sólo) el G-8: es Fulano y es Mengano y es usted y soy yo. Un entramado que formamos todos: unos nódulos de esa red son gigantes y otros minúsculos; pero todos cuentan. Y los grandes son grandes porque se apoyan en infinidad de nódulos pequeños: ¡si no cómo! La ONU no es nada, ni la OTAN, ni la ETA, ni Ben Laden: sólo son algo si Fulano y Mengano y usted y yo los apoyamos. Aquí no hay malos que nos engañan: ¡es que nos gusta lo que nos ofrecen!

Esa frase mía que cita de los que viven de la globalización nada tiene que ver con los niños que trabajan en la mina o con el contratado basuresco (pero ¿a qué me los saca sino para cargarse de razón y sacerme la lagrimilla?). Eso lo había, lo hay y lo habrá. Hablaba precisamente de los beneficiados. Intentaba explicar, una vez más, que no se trata de que los "poderosos" nos vendan nada. Es que la globalización crea riqueza: mucha riqueza. Y pobreza, ¡faltaría más! Pero dígales a todos esos que se están beneficiando de la globalización (¿usted? ¿yo?) que la aceptamos porque nos la ha vendido el G-8... Del pobre que gana un euro más al día desde que fue "globalizado", y al que supuestamente yo considero afortunado (¿de dónde se saca eso?) habla precisamente Baricco: es él quien, en su libro, nos advierte de la inconsciencia de despreciar un miserable euro que, en circunstancias de indigencia, puede ser la línea que separa la vida de la muerte; pero eso no tiene nada que ver con mi artículo y merecería un debate muchísimo más matizado.

Hombre, afirmar que fue el liberalismo "feroz" el que nos llevó al comunismo y al fascismo... Pues no sé... No veo yo la relación. No me atrevería a sostener qué polvos nos llevaron a esos lodos; pero me temo que tiene que ver con causas mucho más complejas que el feroz espíritu liberal (entre otras cosas porque son, hasta donde sé, ideologías profundamente antiliberales).

Creo que llevamos desencaminados más de dos siglos de historia. Y también me temo que tiene poco que ver con los feroces liberales (donde nos meteremos casi todos, excepción hecha de los Diógenes de la época, ¿no? Aunque tampoco he hablado yo de esto, en fin...). Va a ser que es cosa de la naturaleza humana. Pero también le digo una cosa: el liberalismo será malo; pero le aseguro que un europeo vive hoy mejor (hablo en términos asistenciales y económicos) que hace doscientos años; y diría que en Marruecos, en México y en Corea también se vive mejor. Revise usted su memoria histórica del sindicalismo y atienda a lo que exigían los obreros hace sólo cien años. O cómo se vivía en Kenia antes del liberalismo. Por cierto: haga también esto. Revise la calidad de vida de los países africanos y asiáticos antes de que, en el pasado siglo, se opusieran al feroz liberalismo que los explotaba; luego estudie los resultados de esa política económica anticolonislista y antiliberal. No es que defienda yo el liberalismo; pero si lo que me propone es a estos antiliberales, tiemblo. Estúdieselo y luego me explica sus conclusiones. Si lo desea, le doy los datos yo.

No he dicho nada de los ideólogos de la antiglobalización porque Baricco no los menciona en el fragmento. ¿Por qué tengo que hablar de ellos si hablo de la rebeldía? Baricco sólo los cita y además sin decir casi nada de ellos. Pero, insisto, ¿eso qué tiene que ver? En ese párrafo, que tiene sentido por sí mismo, no habla de los intelectuales, sino de los rebeldes que siguen sus consignas (o no siguen consigna, porque protestan por "instinto"), con una actitud que no puedo ni llamar acrítica puesto que es meramente impulsiva y liberadora. Como el mayo del 69 (perdón, del 68): ¿conoce su memoria histórica dónde han acabado todos aquellos "rebeldes" que, no hace falta que me lo diga, usted también admira?

Lo de la torre de marfil (o de Montaigne) no deja de ser un argumento "ad hominem" sin mayor fundamento; pero se lo perdono porque es usted coleguita. Ya sabe que yo puedo ser el mayor depredador capitalista de la tierra y razonar admirablemente sobre humanitarismo... ;)

La indiferencia de los que no se plantean la compra de la globalización es tan estúpida como la indiferencia de los que no se plantean la compra de la antiglobalización. ¿Quién está alabando a los "globalizadores"? Bueno, hay una diferencia: la insoportable petulancia de los segundos, que no tardan en cargarse de razón y en dispararte niños mineros y malvados negreros contra tu ebúrnea fortaleza. :P

Y, una vez más, el sistema educativo, etc., no es nada: son los políticos que lo proponen, los profesionales que lo ejecutan y los votantes (¿usted? ¿yo?) que votan a esos políticos que lo proponen. ¡Qué manía de hablar de las pobres masas indefensas frente al poder! Pero si son las masas las que otorgan el poder...

[Ufff... no acabo]

Baricco, en ese párrafo -y no me hable de contextualización, porque su sentido es clarísimo- sostiene que la rebelión "en sí" es buena. Eso es una monstruosa perogrullada o una monstruosa estupidez. Es como sostener que el orden en sí es bueno: sí y no. O todo lo contrario. ¿Quién podría vivir en el desorden permanente, en la ausencia de reglas? Por tanto, es bueno. Pues no. Depende de qué tipo de orden estemos hablando. Con la rebelión intransitiva (sin atender a los porqués) pasa lo mismo: es tan buena como beber intransitivamente. Hay que añadirle su objeto para juzgarla. ¡Es que sin beber nos moriríamos (podría decirme usted)! Pues dígame otra (le respondería yo). Pero ¿a que beber arsénico no es bueno? Lo bueno es beber agua, zumito... esas cosas reconfortantes y saludables. Con la rebelión pasa lo mismo: es immprescindible cuando se rebela contra algo pernicioso; despreciable cuando lo hace contra algo benéfico. Insisto: los de ETA son rebeldes contra el orden establecido y lo fue Franco; lo fueron Hitler y Stalin, contra el liberalismo, por cierto. Y un etcétera tan largo que nos lo ahorro. ¿Hay que admirarlos porque portaron la llama de la rebelión y el no vivir de rodillas ante el "poder"? Pero, ¿qué disparate es éste?

Y en lo que a mí me atañe: ¿qué tiene que ver usted o yo aceptemos o no lo dado (¿qué es "lo dado"?) o que seamos indiferentes o comprometidos con lo que fuere? En mi artículo comento una reflexión de Baricco sobre la rebeldía, en la que defiende a unos rebeldes que hacen justo lo contrario de lo que usted propone: "estoy defendiendo una actitud política de responsabilidad, de pregunta, de cuestionarse si lo que nos viene dado, nos gusta o no". Es que, y lo dice Baricco, esos rebeldes precisamente ni se preguntan ni cuestionan nada. Se indignan.

La apología de la rebeldía "per se" es, precisamente, la negación de la política (en su sentido etimológico, como usted aclara), porque allí donde sólo hay instinto de revuelta e indignación ya me dirá qué política puede haber. Usted podría indignarse instintivamente contra mi "montaignismo" y yo contra su "sandmanismo". Y sólo seríamos dos rebeldes cansinos y peligrosos.

Una última vez: Baricco hace una apología de la rebelión sin predicado. Eso es lo peligroso. Y es peligroso tanto en el globalizador como en el antiglobalizador: usted ya sabe adónde nos lleva el camino que principia allí donde las razones no son el sustento de los impulsos.

Pero es que lo que de verdad me sorprende es que usted pasa complemtamente de mi argumentación: si yo no hablo del libro de Baricco, sino de una reflexión de Baricco sobre la "rebeldía"... Y además, y lo que es más sorprendente, ¡si el libro de Baricco es una defensa de la globalización! :S

Ay, soy consciente de que esto me ha quedado deslabazado y reiterativo, pero es que he ido a toda leche.

Ya aportaremos los matices pertinentes. ¡Pero hábleme de lo que yo he hablado y no me saque al Ché y a Pasionaria! ;)

[Una última anécdota, Samuel Beckett, ese artista marfileño, espantado por la autocomplacencia de los cachorros del 68 los interpeló, en sus barricadas, con un: "¡Acabaréis todos notarios!" Y no se equivocaba. Haga más caso a los poetas, que son más listos que el hambre y bastante más de fiar que los rebeldes de guardia. No me vaya a cabar hecho un notario o un diplomático de tres al cuarto. ;)]

Abrazos fatigados y recios.

Francisco Sianes dijo...

Ah, y otra cosa, fundamental. No se le habrá escapado el tono irónico de mi semiartículo. Juzgar con seriedad apocalíptica un texto sarcástico, incompleto, hiperbólico, guasón y escasamente matizado...

¡Pero bueno! Que se me sube usted a las barbas...

(De mi "ágil pluma" ni hablo, que se la va a acabar cargando, "machote"...)

Anónimo dijo...

Vaya, qué duelo tan emocionante...

Lástima que el sueño me impida seguirlo hasta el final.

Pero adelanto ya los aplausos para ambos.

Buenas noches.

sandmann dijo...

Francisco,

Acabo de leer sus líneas con voracidad, y de darle la razón en mucha de las cosas que dice. No obstante, sigo pensando que infiere ciertas cosas demasiado precipitadamente, o hasta demasiado injustamente.

Es cierto que he caído en un par de burdas estratagemas, quizá la más condenable la de arrojarle los “negritos del África” con total desfachatez (aunque tampoco estuvo mal la de utilizar sus tan detestados argumentos ad hominem, ¿eh?). Igualmente he hablado de todo el libro cuando, tiene usted razón, hacía referencia a un argumento de Borrico (digo, Baricco) sobre la rebeldía per se.

Yo ya he manifestado largo y sentado (en mi oficina) mi opinión acerca de esto, del acicate en sí, así que no reiteraré unas líneas que sigo defendiendo. Sólo añadiré que las palabras de Baricco han cobrado especial trascendencia en su propia réplica, marcando la diferencia entre nuestras no tan lejanas tesis, cuando ha dicho "la rebelión es immprescindible cuando se rebela contra algo pernicioso; despreciable cuando lo hace contra algo benéfico".Desconfío innatamente de aquellos que saben decirme qué es pernicioso y qué es benéfico. La eterna rueda de la historia demuestra que lo que un día fue considerado benéfico por la mayoría de la sociedad, resultó bochornosamente pernicioso pasados los siglos. eso es el materialismo histórico y dialéctico del que tanto nos habló un cierto Karl hace ya un par de siglos. Por eso le digo, y le mantengo, que la "labor" de aquellos que nos abofetean en las noches de sueño de nuestra razón es necesaria. Son el acicate que nos lleva a planteárnos los por qués, que nos obligan a mantener esta discusión que hoy mantenemos usted y yo.

Pero bueno, creo que continuar la discusión en este momento no es pertinente, pues al final acabaremos los dos sentados en su torre tomando un esquivo té y disertando eternamente sobre un tema que nadie escucha ya.

De todas formas usted sabe, ya que al igual que yo habito su torre sé que de vez en cuando lee mi voz y mi palabra, que considero buena la polémica por la polémica (¿entronca esto quizá con el asunto de fondo que aquí nos compete?). Me gusta abofetearme la cara todo el tiempo y con la otra mano abofetear la de los demás (aunque me lo devuelvan por triplicado, que dijo el escritor). Por ello, como aquí la defiendo, en mi compartir es vivir critico la invasión del redil ajeno, la rebeldía como mera pertenencia a un grupo buscando, todos nos tenemos que es un poco así, simplemente follar un poco más.

Pero bueno, yo sólo quería morderle un poquito el dedo meñique del pie, y molestarle como mal callo en día de concierto. A veces se le ve como un gigante allá en su torre, y era necesario algún comentario más allá de los “Fran que bonito, Fran me encantó” que le manifestamos los admiradores de su prosa y su poesía (que todos sabemos es un arma cargada de futuro). Me gustó zarandearle para poder leer algunas líneas más apegadas a la tierra, más de polvo y sudor, más de vida.

Un abrazo desde mi notaría :P

Francisco Sianes dijo...

Querido Sandmann,

No se tome a mal si le digo que mi desacuerdo fundamental con usted no está tanto en el contenido (que también) sino en la forma de razonar.

Se lo explico con ejemplos:

Usted sigue defendiendo la rebeldía "per se" y yo le insisto en que eso es una perogrullada o un gran peligro. Desde luego que es bueno el hecho de que exista la capacidad de rebelarse (como es bueno el hecho de que exista la capacidad de mantener el orden). Lo que es tremendamente pernicioso es apoyar la rebelión, cualquier rebelión, porque sí. Porque "ser rebelde e inconformista" es bueno, sean cuales sean las razones. Eso, y no otra cosa, es lo que dice Baricco. Pues mire: no. ¿A que a usted no le hacen gracia los rebeldes de ETA o los rebeldes de Franco o los jemeres rojos o -espero- los bolcheviques? Rebeldes todos. Y rebeldes hasta la muerte (la propia y, por supuesto, la ajena).

Si consideramos que al rebelde, por el hecho de serlo, no hay que exigirle razones, usted me dirá hacia dónde caminamos. No confunda nunca el mito sentimental (y absurdo) del rebelde con el rebelde de carne y hueso. Ése que pondrá una bomba en el metro que toma las mañanas para acabar con el "orden y el poder" occidental. ¿Quién duda que hay rebeldes admirables? Un Gandhi, un Luther King, tantos otros anónimos. Pero: ¿la rebeldía "per se"? ¡Quiá!

A ver: cómo voy a saber yo qué es sustancialmente lo bueno o lo malo, hombre. No me tome el rábano por las hojas... Quiero decir que, antes de apoyar o denostar una rebelión, uno debe reflexionar sobre si considera perniciosos o benéficos sus resultados. No apoyarla porque es una rebelión y punto.

Otro punto en el que se me desvía es éste: "Por eso le digo, y le mantengo, que la "labor" de aquellos que nos abofetean en las noches de sueño de nuestra razón es necesaria. Son el acicate que nos lleva a planteárnos los por qués, que nos obligan a mantener esta discusión que hoy mantenemos usted y yo." Primero parte usted de la idea de que nuestra razón está dormida. Un poco sobadilla no lo negaré: pero se cosca, se cosca. No. Hasta el más insustancial hecho del universo puede acicatear nuestra razón. Los actos de un rebelde o la subida de la leche. Que usted y yo discutamos sobre la rebeldía no justifica la labor de unos rebeldes que pueden ser unos perfectos oligofrénicos (o no). Siguiendo su argumento, también habría que defender la "labor" de los maltratadores o de los terroristas sólo porque "nos hacen pensar y despertarnos y preguntarnos los porqués".

[Me temo que el materialismo histórico es algo un poco más complicado que eso y, además, yo no bebo té y lo sabe.]

En cuanto a las bofetadas, no soy precisamente masoca. No me gusta la polémica por la polémica: conduce al cargarse de razón y a encastillarse en las propias convicciones. Tiempo estéril. Prefiero conversaciones menos pugilísticas y más fértiles. Y en cuanto a lo de follar, padezco astenia semicrónica. Vade retro.

Y el sudor: sepa que la "poesía" (lo sabía Wilde) es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Jamás conocerá a una amante tan exigente. Y, por otra parte, ¿es menos vida el agradecimiento por un amanecer o una melodía que manoseadas discusiones sobre rebeldías? ¿Menos la caricia que la bofetada? Si algún sentido tiene la rebeldía es garantizar que todos, usted, yo, podamos disfrutar de los placeres que nos ofrece la sombra de la torre.

O será que soy yo muy lila. ;)

Un abrazo.

Ignacio dijo...

Yo todavía estoy esperando que alguien me explique qué tiene de malo la globalización, no respecto a ninguna fantasía de paraíso en la tierra (frente a esas construcciones todo es defectuoso), sino respecto a la realidad de la que nace y le precede.

Francisco Sianes dijo...

Como explicaré cuando me dé por acabar el artículo, es difícil tener nada "a priori" contra la globalización. Lo importante, como siempre, son los fines que perseguimos "globalizando" y los medios de que nos valemos para alcanzarlos. Y, ciertamente, no parece que la globalización esté suponiendo un cambio sustancial en los fines y sólo una acentuación de medios que han sido empleados en las últimas décadas.

Sea como fuere, no es ése el tema del artículo: me interesa aquí la idolatría acrítica del rebelde, sin atender -una vez más- a los fines que persigue y los medios que emplea.

Pero será mejor que eso lo deje para el propio artículo...

24rotuladores dijo...

Yo todavía no sé si estoy en contra de los que están a favor, o a favor de los que están en contra. ¡Pero eso no me va a impedir salir hoy a quemar algo!

24rotuladores dijo...

Está lloviendo. Mejor escribo unos cuantos comentarios incendiarios desinformados, y me voy a la cama.

Francisco Sianes dijo...

Qué alegría verte por aquí, incendiario amigo...

(¿No podrías empezar con mi institu... -censored-)