martes, 1 de abril de 2008

La costilla de Adán (8). La mujer pija

Aspecto físico. Muestran permanentemente una piel con sobredosis de rayos UVA y un cabello rubio de insolente inautenticidad. Suelen llevar el pelo recogido con tanta fuerza que sus rasgos adquieren una tensión sobrecogedora (uno teme que la cara se les desprenda del cráneo y salga disparada como una flecha al soltárselo). La variante sevillana, muy apreciada por los expertos, gusta de vestir con exuberantes modelitos diseñados por parejas lilas o moñas como Dolce y Gabbana o Victorio y Lucchino. Cuando juegan en casa, su equipación consiste en pantalones vaqueros, polo repulgado con la bandera de España, zapatitos rojos y bolso rojo a juego. Si alguna vez aparecen en una farmacia vestidas con chándal, babuchas rosadas y sin maquillar se apostará sobre seguro que atraviesan una depresión de virulencia cataclísmica.

Sexo y pareja.
Sus maridos -tiburones disfrazados de barrigudos quincuagenarios- son disciplinados samuráis del trabajo empresarial y la donación de cuernos. Asistidas por una infalible fertilidad, procrean con frenesí conejuno. Sus multiplicados hijos son invariablemente cursis y despóticos e invariablemente rubios. Absténganse de llevarlas a la cama los individuos aprensivos o con problemas coronarios: una vez desatadas, semejan ambulancias ululantes o walkirias gimientes.

Alimentación.
Distinguen entre centenares de variedades de té y jamás confundirían el chocolate suizo con el belga. Devoran con sus dientecillos afilados y ratoniles cantidades industriales de pescado crudo y se dan unos pavorosos atracones de manzanas. Ingieren una extravagante bebida llamada TAB.

Costumbres y temperamento.
Tienen un buen gusto innato para decorar; pero ante las tareas domésticas más sencillas perpetran las mayores atrocidades o naufragan en el mayor de los desamparos. Bailan espasmódicamente o con arritmia robótica. Frecuentan a amigos que -inverosímilmente- responden a los nombres de Lala, Tono, Cuca o Franchu y poseen perros o loros a los que -inverosímilmente- llaman Enrique o Esteban. A lo largo de su vida profesan todo tipo de religiones: el catolicismo, el islamismo, el budismo zen, el fitness o el punto de cruz. Las más extravangantes se convierten en cabalistas y dejan de llamarse María de las Mercedes para llamarse Judit. A la Visa Platinum son, sin embargo, fieles en sesión continua. En su juventud, sus voces son irritantemente gangosas y repiten sin cesar Jo, tía. En su madurez gustan de vestirse de corto y montar a caballo, sobre el que trotan con alborozado, indecoroso y febril entusiasmo. Cuando envejecen, se convierten en bombas botulínicas, balbuceantes y alucinadas como la Duquesa de Alba. El hábito de la realidad no consigue mitigar jamás su desenfrenado egocentrismo. Tras su muerte, las malas lenguas aseguran que fueron muy pero que muy recatadas; lenguas más generosas, sin embargo, apostillan que sólo fueron -el Señor las tenga en Su Gloria- considerablemente catadas.

Creen en la astrología.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajjaja. ¡Ahora sí! Esta vez lo has clavado y me has hecho soltar unas cuantas carcajadas a gusto. :D

Espero ver algún día en la parrilla la costilla que me corresponde ("la mujer cansina"). ;)

Besines, Franchu!

Anónimo dijo...

¿Todas creen en la astrología? :-) No puede ser...

Francisco Sianes dijo...

Inés,

No me guarde rigor, pero creo que es precisamente en la mujer pija en la única que no la he clavado.

Usted póngase cómoda, que yo voy poniendo mi parrilla a calentar.

***

Ana,

Confíe en mí: todas.

Si algo sé de las mujeres es que todas creen en la astrología, que todas se creen arúspices (y que se empeñarán, ya lo creo que se empeñarán, en relatarte con minuciosidad notarial el más anodino de los sueños*) y que todas acaban mandándome a tomar por... las de Villadiego.

* [Y es que, vieja inquietud mía, ¿por qué las mujeres tienen sueños tan sorprendentemente detallados y tan presuntamente simbólicos? Yo -sinceridad obliga- sólo sueño trivialidades, guarradas o disparates...]

Anónimo dijo...

Arúspices: Espero que nunca hayan querido sacarle las entrañas :-)
Un beso de una que... le aseguro... no cree en la astrología.

Anónimo dijo...

Pues ya son dos las excepciones que confirman la regla porque yo tampoco creo en la astrología.

Ni en arúspices.

Aunque reconozco pertenecer a las que cuentan sus largos sueños con detalle; pero es que son tan chulos...

Besos.

[No le guardo rigor pero ¿en la única? Por Dios, maestro, que carrera me lleva usted...]

Francisco Sianes dijo...

No crea que lo de arúspice era sólo por usar esdrújulos, querida Ana...

Y sea: me creeré que no cree en la astrología. Pero jamás podrá convencerme de que no tiene sueños simbólicos e inacabables.

¿Y un poco bruja no es (adivinatoriamente, digo)?

Un beso con ascendente.

Francisco Sianes dijo...

¿Carrera, Inés? Pero si, con ésta, sólo llevo tres costillas...

Anónimo dijo...

Otro punto a mi favor, querido Fran: no recuerdo mis sueños. Nunca. Tal vez sean simbólicos e inacabables, pero no tengo idea al respecto. Así que no le machaco a nadie la pineal con ellos.
Lo de bruja merece mucha más literatura :-)
Beso.

Francisco Sianes dijo...

¿Lo ve, Ana: lo ve?

Sabía que la pillaría en alguna de las "labores propias de su sexo". Confío en que a mí sólo me guarde buenos presagios...

Besos proféticos.

Ignacio dijo...

Rompo una lanza en favor de la mujer pija. En general es como las demás y suele estar más buena.

Francisco Sianes dijo...

No le quito la razón en lo último, amigo Ignacio. Mi problema es que el envaramiento pijil no me anima precisamente a levantar y poner mi lanza a su servicio.