jueves, 12 de junio de 2008

Temperamento

Con su temperamento veleidoso, atraía a las desconocidas y ahuyentaba a las conocidas. Habitaba, sin saberlo, el paraíso.

2 comentarios:

sandmann dijo...

Sencillamente brillante, como el resto de aforismos. Pero aunque la sutileza sea un arte más arduo que el del fácil birbiriloque, no abandone sus construcciones totémicas, Francisco. Le abrazo.

Anónimo dijo...

Si es que no tengo tiempo, hermanillo. Si el tiempo, las autoridades y los viajes lo permiten, este verano escribiré una serie de "humaniora", donde hincaré el diente -entre otros- a Baricco.

(Luego no se queje de mi verborrea)