miércoles, 11 de junio de 2008

Olímpico

Intelecto inquieto, sexualidad apática; sexualidad inquieta, intelecto apático. He ahí las mutiladas sendas por las que os arrastráis los tullidos mortales.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca podría estar más de acuerdo con usted. Es lo que les suele pasar a mis amantes y novios furtivos; no he encontrado todavía alguno que fuera inquieto en los dos aspectos...

Francisco Sianes dijo...

Caramba, Ka: es usted una infatigable pluriempleada...

Ojo, no vaya a pasar del hotting al burning.

Unknown dijo...

No puedo estar más de acuerdo...

Anónimo dijo...

Y no hay que olvidar la senda paralítica: intelecto apático, sexualidad apática. Que por ésta también se arrastran muchos...

Elena dijo...

Habrá que cultivar la fe :)

Francisco Sianes dijo...

Iris,

Cuánto lo celebro, cuánto lo lamento.

Sea bienvenida.

***

Thea,

Aspiraremos, pues, a la medalla paralímpica.

Sea bienvenida.

***

Elena,

Dicen que la fe mueve montañas. ¿Por qué no habría ser capaz de mover cosas mucho más pequeñas?

Abrazos trémulos.

Elena dijo...

¿Quién ha dicho que no lo sea?

Besos!!

Sir John More dijo...

Pues yo debo ser una mutación. Mi intelecto (más tonto o más listo) siempre anda inquieto, pero nunca tan vivo como cuando la sexualidad se muestra inquieta. Con la sexualidad apática mi intelecto sigue inquieto, pero oscuro suele dedicarse hurgar en los sótanos y hacer trizas lo que se le pone a mano... ¡Ah, inventar sobre el campo abonado de la locura sexual!

Francisco Sianes dijo...

Sir,

No eres un mutante, hombre de dios; tú y yo habitamos el Olimpo.

Sir John More dijo...

Pues yo tenía entendido que en el Olimpo había unas diosas que... Y verá, alguna se escucha por estos lares, pero sólo se las intuye... Hoy mismo leí, embarcado en el viaje del bueno de Ulises, que Calipso divina aceptó liberarlo cuando Hermes le transmitió los deseos de Zeus. No obstante, luego de prever los preparativos con el lloroso Ulises, la diosa y el protagonista se fueron a la cama a disfrutar de la vida. ¡Qué tiempos aquellos!

Francisco Sianes dijo...

A algunos, Sir, les conmueve la paciencia de Penélope; a mí sólo me duele el llanto de Calipso.

Sir John More dijo...

Diga usted que sí...