miércoles, 18 de junio de 2008

Fuente

La fuente de la eterna juventud la encontrará tan sólo quien remonte el manantial que nace entre los labios de la mujer a la que ama.

7 comentarios:

Sir John More dijo...
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Sir John More dijo...

Perdóneme, amigo mío, que disienta en esta ocasión. Creo que hay que entretenerse mucho, de poder ser toda la vida, en el manantial de esos labios, o en muchos manantiales, pero nunca remontarlos para descubrir que las fuentes de las que manan, como las fuentes de donde todo mana, están llenas de vacío y de nada. Algo así como dejar de jugar con un juguete y desmontarlo para conocer su mecanismo. Si supiésemos mantenernos en la superficie de los demás, si supiéramos disfrutar de las relaciones sin establecerlas ni preguntarnos por su origen y funcionamiento, la vida sería un verdadero paraíso. Lástima que nos expulsaran tan pronto de él... Un abrazo agradablemente superficial.

Francisco Sianes dijo...

Amigo Sir John,

Mi "remontarse" tenía un sentido más metafórico y sensual que analítico. Nada más lejos de mi temperamento el espíritu ingenieril o taxidermista.

El vacío no está en las cosas, está en nosotros. La nada, como la tristeza, como la dicha, no es sino un espejo en el que nos reconocemos sin reconocernos. En cuanto a la superficie, es cierto aquello de Wilde de que lo más profundo es la piel; pero no renuncio yo a ninguna de las profundidades que han tenido la gracia de concederme.

Y, ahora que estamos solos, me voy a permitir una candidez: yo, que tan (justificadamente) apocalíptico soy para tantas cosas, he encontrado con sorprendente naturalidad el paraíso entre los brazos de algunas Evas. Y fíjese: algunas todavía no me han expulsado de él. ¿Cabía esperar mejor destino?

Un abrazo como más gustito le dé.

Anónimo dijo...

Si me permiten inmiscuirme en su rilkeana soledad de dos... tal vez, querido Fran, no le han expulsado del paraíso ciertas Evas: las que carecían de derechos sobre él. La Eva que sigue pegándose allí la vida padre es una tonta del culo, mientras que las Evas de verdad se dejan resbalar la condena entre sus labios, para que usted y otros Adanes generosos puedan beber y soñar y conocer.
Beso desde la manzana.

Francisco Sianes dijo...

La echaba de menos, querida amiga. Su silencio, como el de las sirenas de Kafka, es imposible de soportar.

No escatime sus dones, Anadonoda, a estos Adanes anonadados.

Me adelanto al Sir y le doy el primer (y fatal) mordisco a su manzana.

Sir John More dijo...

Tal vez nos estemos perdiendo en las palabras, pero creo que en las cosas sí está el vacío, porque todo es vacío al fin y a la postre. Tal vez sólo soñar nos permite escapar de ese vacío, como si una droga nos inventara un mundo, un paraíso en el que, por supuesto, se puede disfrutar. Seguro que no he tenido tanta suerte como usted, pero sí, yo incluso he llegado a creer en el amor, aunque si lo pienso bien hay multitud de instantes en los que creo en el amor. Pero incluso en el acto lento y sabroso, mientras paladeo sin prisas las horas y la piel de un ser divino, he llegado a creer en un amor que, por supuesto, nada tenía que ver con el amor al uso. Y siempre, siempre tuve esa sensación: no había que indagar, los secretos fluían naturalmente, los aromas, los estremecimientos surgían improvisados. No había más que perseguir las razones para disolver el encanto. Somos animales perdidos en el vacío, nunca deberíamos olvidarlo.

Dicho lo cual, miro la manzana de Ana, con un apresurado mordisco de Don Francisco, y un pequeño gusanito (ah, siempre me parecieron tan lindos los gusanitos...) que se asoma sonriente desde dentro. Yo ahora no mordería la manzana, tal vez no tenga edad; preferiría mucho antes jugar un rato con el gusanito.

Abrazos surtidos para ambos.

Anónimo dijo...

puede ser.