miércoles, 7 de mayo de 2008

Un caso ejemplar (U2)

De ti han dicho que eres extremadamente erótico, te han llamado hombre de hielo; para alguno eres ingenuo, para alguna eres un cínico; para ésta eres un frívolo, para aquél eres severo; te han tildado de elitista, no menos veces de utópico; dice alguno que vas de iluminado, dicen otros que desprecias a las masas; te han amado -o eso dicen- por tu cuerpo, también por tu cabeza y tu carácter apacible; no pocas te han usado como báculo y pañuelo, para muchos serás siempre esteta y egoísta; una mujer te aseguró que has sido la persona que más daño le ha hecho nunca, otra te susurraba con sonrojo -tuyo- que serás su Dios hasta su muerte... Y a tus veintiocho años, te sorprendes de lo fácil que te ha sido comprender lo que hoy te es evidente: cada hombre debe resignarse a ser - y tú entre ellos, qué remedio- todos los hombres.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora entiendo que, contigo, se pueda prescindir de todos los demás :)


¡Besos Sr. frívolo!

Anónimo dijo...

En el fondo no será usted otra cosa que la plasmación carnal de lo que todas aquellas (o aquellos) han querido imaginar de usted. Cosa que, por cierto, suele ocurrir a menudo.
Espero que este comentario no cause en usted tanto pavor como los anteriores.

Anónimo dijo...

Jajaja, ya ve, Francisco, a veces incluso llegan a creerle a uno detractor de lo que admira...

Por mi parte, le considero a usted un "aprovechado", pues hasta del más pequeño detalle suele sacar una reflexión interesante.

Un saludo.

Idea dijo...

Como creo que ningún hombre es todos los hombres y ninguna mujer es todas las mujeres, concluyo que vemos en el otro, no al otro sino el reflejo de lo que queremos ver.
Besos, al que sea que seas tu.

Anónimo dijo...

Que las distintas caras de nuestro retrato resulten a veces contradictorias, no es tanto porque los demás nos diseñen a su imagen y semejanza como porque cada uno de nosotros muestre partes diferentes de sí mismo según con la persona o situación que se encuentre.

Pero tan difícil es fingir lo que no se es, como no ver lo evidente. Por eso, salvo en estados de alteración de la percepción (enamoramiento y demás patologías delirantes), y pese a los prejuicios, despistes y desconfianzas, todos nos hacemos enseguida una idea de cómo es una persona a poco que la conozcamos en un contexto real -en el virtual abundan los espejismos-. Otra cosa es que no queramos reconocerlo, pero eso ya es ceguera voluntaria.

Como la que tengo yo desde que deje de ver su hiperonfaloscopia para fijarme en otras cosas -aunque ayer cuando insertó los contadores de "rating" me fue muy
difícil hacer la vista gorda-. ;)

Un saludo polifacético.

Francisco Sianes dijo...

Ahora habría que determinar, señorita severa, si infeliz o felizmente para los demás. ;)

Un beso.

***

Se ha mostrado usted, Ka, admirablemente moderada. Hasta las más virtuosas maestras -de la alcoba o lo que sea- pueden aprender de meros "amateurs": basta con ponerse (a aprender). Menos acogotado, sin duda más airoso, la saludo.

***

Pue sí, "Bono", ¡fíjese si no en la cantidad de reflexiones que he sacado hasta hoy del "pequeño detalle" de mí mismo!

Un saludo (y renueve su estilo musical, hombre).

***

Idea, le diré, con Chicho Sánchez Ferlosio:

"Yo soy un moro judío
que vive entre los cristianos
y no sé quién es mi Dios
ni quiénes son mis hermanos."

(Aunque no tendría ningún inconveniente en ser el hombre que mereciera realmente su beso)

***

¿Los "contadores de rating" son esas impertinentes y antiestéticas estrellitas? No tengo ni idea de cómo surgieron y ¡sabe Dios que me costó hacerlas desaparecer!

Amigo o amiga Spiegel, soy un firme defensor de todo tipo de cegueras. A cualquier individuo o colectivo que promoviera un más profundo conocimiento entre los insensatos mortales (como los voceros del "olimpismo") habría que declararlo sumarísimamente enemigo de la humanidad.

¿Conocernos mejor? ¡Estamos perdidos!

Saludos renovadamente aterrados.

Anónimo dijo...

Y yo pregunto al hombre erótico, helado, ingenuo, cínico, frívolo, severo, elitista, utópico, iluminado, despreciador de masas,esteta, egoista... ¿qué fueron ellas para él?

Anónima que no lo es tanto

Anónimo dijo...

La moderación es una virtud, dicen, aunque yo no lo crea.
Y para aprender siempre estoy dispuesta... Ahora si, me gusta aprendder de gente bien (auto)definida.
Saludos moderados :P

Anónimo dijo...

Tenga cuidado, mi querido Francisco, entre tantas caras puede encontrarse perdido en mitad del ballo in maschera...

Anónimo dijo...

Disculpe mi intromisión, Ka, pero…
Yo no confiaría más en alguien que, solo, se bien (auto) define como usted dice.

(Claro que luego habría que ver en qué consiste ese “bien”).

Un placer este diálogo abierto.

Saludos.

sandmann dijo...

Me gustaría completar la idea lanzada por Spiegel con un texto expiatorio de Marías:

"...uno ve un día un gesto inconfundible, asiste a una reacción inequívoca (…) siente en la nuca el carácter o la propensión de una mirada cuando ésta se sabe invisible y resguardada y a salvo, tantas son involuntarias; nota la melosidad o la impaciencia, percibe las intenciones ocultas que no están ocultas jamás del todo, o las inconscientes antes de que se vuelvan conciencia en quien deberá abrigarlas, a veces prevé uno a alguien antes de que ese alguien se prevea a sí mismo ni se conozca ni se intuya siquiera, y adivina la traición aún no fraguada y el desdén aún no sentido; y el empacho que uno causa, el cansancio que provoca o la aversión que ya inspira, o bien lo contrario que no es mejor siempre: la incondicionalidad que se nos tiene, la demasiada expectativa, la entrega, el afán de agradar del otro y de sernos vital para suplantarnos luego y ser así quien nosotros somos; y el ansia de posesión, la ilusión que uno crea, la determinación de alguien de estar o permanecer al lado, o de conquistarlo, y la lealtad irracional, desvariada (…) También percibe cuando algo se tuerce y se echa a perder, o da un gran vuelco y las tornas cambian, cuando se fastidia todo, en qué momento uno deja de querer como antes o dejan de quererlo a uno, quién se acostará con nosotros, quién no (…) cuándo decepcionamos o cuándo irrita que aún no lo hagamos y no ofrezcamos el pretexto ansiado, para ser despedidos; qué detalle no se soporta y señala la hora de que nos volvamos insoportables ya para siempre; y también sabemos quién va a amarnos, hasta la muerte y mas allá y a nuestro pesar a veces, más allá de la muerte suya o de la mía o de ambas (...) Pero nadie quiere ver nada y así nadie ve casi nunca lo que está delante, lo que nos aguarda o depararemos tarde o temprano, nadie deja de entablar conversación o amistad con quien sólo nos traerá arrepentimiento y discordia y veneno y lamentaciones (…) no hay nada sobrenatural ni misterioso en ello, lo misterioso es que no atendamos. Y la explicación ha de ser simple, de algo tan compartido por tantos: es sólo que sabemos, y lo detestamos; que no toleramos ver; que odiamos el conocimiento, y la certidumbre, y el convencimiento; y nadie quiere convertirse en su propio dolor y su fiebre..."

Abrazos obesos a todas y a todos

Francisco Sianes dijo...

Anónima que no lo es tanto,

Observe mis arrugas prematuras; observe estas manos que a veces tiemblan cuando escriben y recuerdan (o quizá también inventan).

"Tal vez sigo existiendo en una calle que el aire hace llorar / con un determinado lamento lúgubre de tal manera / que todas las mujeres visten de sordo azul: / yo existo en ese día repartido, / existo allí como una piedra pisada por un buey, / como un testigo sin duda olvidado. / Color azul de ala de pájaro de olvido, / el mar completamente ha empapado las plumas, / su ácido degradado, su ola de peso pálido / persigue las cosas hacinadas en los rincones del alma, / y en vano el humo golpea las puertas. / Ahí están, ahí están / los besos arrastrados por el polvo junto a un triste navío, / ahí están las sonrisas desaparecidas, los trajes que una mano / sacude llamando el alba: / parece que la boca de la muerte no quiere morder rostros, / dedos, palabras, ojos: / ahí están otra vez como grandes peces que completan el cielo / con su azul material vagamente invencible".

El hombre al que usted se dirige podría haber copiado y pegado estos versos. Sin duda, ha preferido teclearlos con sus propios dedos agradecidos.

***

A veces, remozada Ka, no es inútil ni es ingenuo intentar apresar la niebla. Uno obtiene -confíe en mí- lecciones perdurables.

Saludos tanteadores.

***

Amiga Ana,

Cuánto me alegra verla de nuevo por aquí...

¿Perderme? ¿Qué hay debajo de las máscaras sino el vacío, el Maelstrom en el que naufragamos? También a usted se la conoce por su ausencia. Aunque es un conocimiento al que preferiría renunciar -si estuviera en mi mano poder hacerlo-.

Un cariñoso abrazo.

***

Sandmann, Sandmann...

¿Y usted habla de suplantaciones? Primero fue Borges, luego Marías, ahora anda languideciendo tras Miles Davis... (Siempre nos separará Cortázar, sin embargo) Puedo perdonarle sus usurpaciones literarias -¡incluso las telefónicas!-, puedo perdonarle su iconografía roadmoviante -cómo no perdonar los pecados de mi sangre...-. Pero lo que no le perdonaré jamás es ese ramalazo progre del "todas y todos". Vaya haciendo el cuerpo para la más cainita de las venganzas.

[Por cierto: lo de "todos" sobra. Salvo algún temerario, ningún lector se atreve a meter baza en este improbable gineceo. Le advierto que usted lo hace por su cuenta y riesgo (habrá observado que empiezan a colonizar su propio espacio. Ándeme con ojo y ¡advertido queda!]

Anónimo dijo...

Mientras no le usurpe la fatuidad...

Francisco Sianes dijo...

¡Hasta ahí podíamos llegar!