miércoles, 21 de mayo de 2008

Circo

Para que el esclavo sea devorado por la fiera, para que los gladiadores saluden a la muerte por la espada, no basta la existencia del emperador. Mirad los fervorosos graderíos. Mirad la indiferencia ciudadana. Mirad la mansedumbre de la arena.

2 comentarios:

Idea dijo...

Francisco, me gustaría responderle con un texto de Primo Levi, de “SI esto es un hombre” pues la misma reflexión que uno se hace respecto de aquello creo yo que es pertinente también hoy y en cualquier otro escenario, y tal vez en su respuesta, encontremos al punta de la madeja que haga posible el cambio.

“(…) Lo que es cierto es que en Birkenau un centenar de hombre, de esclavos inermes y débiles como nosotros, han sacado de sí mismos las fuerza necesaria para actuar, para madurar los frutos del odio.
El hombre que va a morir hoy entre nosotros ha tomado parte de algún modo en la revuelta. Morirá hoy bajo nuestras miradas: y quizás los alemanes no comprendan que la muerte solitaria, la muerte de hombre que le ha sido reservada, le servirá de gloria y no de infamia. (…)
Todos oyeron el grito del moribundo, éste traspasó las gruesas y antiguas barreras de inercia y sumisión, golpeó el centro vivo del hombre en cada uno de nosotros:
- ¡Compañeros, yo soy el último!
Me gustaría poder contar que entre nosotros, rebaño abyecto, se hubiese levantado una voz, un murmullo, un signo de asentimiento. Pero no sucedió nada. Hemos continuado en pie, encorvados y grises, con la cabeza inclinada, y no nos hemos descubierto la cabeza más que cuando el alemán nos lo ha ordenado.
Al pie de la horca, los SS nos veían pasar con miradas indiferentes: su obra estaba realizada. Los rusos pueden venir ya: ya no quedan hombres fuertes entre nosotros, el último pende ahora sobre nuestras cabezas, y para los demás, pocos cabestros han bastado. Pueden venir los rusos: no nos encontrarán, dignos ahora de la muerte inerme que nos espera.
Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas: de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue.(…)
Aquel hombre debía de ser duro, debía de ser de un metal distinto del nuestro, si esta condición por la que nosotros hemos sido destrozados no ha podido plegarlo. Porque también nosotros estamos destrozados, vencidos: aunque hayamos sabido adaptarnos, aunque hayamos, al fin, aprendido a encontrar nuestra comida y a resistir el cansancio y el frío, aunque regresemos.”

Anónimo dijo...

... Mirad la muerte redentora liberando al hombre por fin del esperpéntico circo.