domingo, 4 de mayo de 2008

Peregrinatio vitae. Un fin de semana cualquiera

1

Me cuenta una amiga que su exnovio ha dado con mi blog y que ha leído algunos de los textos escritos en segunda persona. Me dice que le dijo, al parecer muy extrañado: "Oye, ¿y por qué Fran escribe de otra gente?"

2

[Nota para saciar la curiosidad de esa misma amiga] La última vez que una mujer preparó el terreno para llevarme a la cama puso -imagino que para darle densidad al ambiente- música de un cantante de voz ronca y gorgorito constante, de esos que comparecen en las púdicas aunque aparentemente tórridas escenas de las películas norteamericanas. Mientras la besaba o me besaba, escuchaba la voz arrastrada del tipo, la melodía pegajosa de su tonada, y no podía evitar verme desde fuera, como si estuviera rodeado de cámaras haciendo multitud de planos cortos, contrapicados y todo tipo de volatines a mi alrededor, sintiéndome tan disociado y atrozmente autoconsciente como un analfabeto asaltado por un micrófono. La velada, claro está, se fue al traste. Cualquier presunto calentón que hubiera experimen- tado hasta el momento fue irreversiblemente laminado por la compulsión melódica de mi partenaire (temporalmente, espero). Si alguien considera que -aunque fuera por un acaso- le podría corresponder tomar nota, le ruego que -por su bien y por el mío- lo haga.

3

Al llegar esta noche a casa he encontrado, a la entrada de mi cocina, dos gigantescas hormigas enganchadas por la boca. Me he quedado un rato observándolas: frotaban sus antenas y se acariciaban la cabeza con sus patitas tan delgadas, absolutamente ajenas a mis intentos de apartarlas de ahí -temía pisarlas en un despiste-. ¿Es una pelea? ¿Se han quedado apresadas y no saben cómo soltarse? ¿Se trata de una suerte de cortejo ensimismado e interminable? Entro y salgo de la cocina y ahí siguen. Hay tantas cosas humildes que no comprendo...

4

El viernes salí a cenar con Rocío y Antonio. En los baños del restaurante, me encontré con un cartel que decía: "Por favor, no tiren el papel higiénico a la taza". Una mano anónima había escrito debajo: "Pero ¿por qué? El papel higiénico es hidrosoluble y, por tanto, no puede provocar atascos". Son estos pequeños gestos razonables los que me reconcilian modestamente con el mundo.

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