Muy superficialmente al tanto de mi -por otra parte modesta y moderada- vida sentimental, me recrimina cariñosamente mi madre:
-Hijo... Hay que ver lo cuesta arriba que se te hace empezar desde cero.
-Mamá... -le contesto yo con sinceridad conquistada y, acaso, redentora- Lo que se me hace difícil es continuar desde el uno.
7 comentarios:
Francisco, empezar de cero, aunque difícil, tiene una ventaja, ya no se puede caer más bajo, sin embargo, continuar a partir de algo como el uno, supone que lo bueno y lo malo dejaron huella, tampoco es poca cosa.
Infinita su combinación numérica…
El uno guarda -se desarrolle luego o no- la semilla del infinito, amigas.
Verá, todo es cuestión de poner empeño por sumar otro dígito y tener un poco de maña.
Por lo menos, yo, cuando me pongo, llego hasta 5 sin problemas. Eso sí, a partir de ahí también empiezo a notar la cuesta...
"Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!"
¿Angustia de ser dos-en-uno?
Lo difícil a veces, enésimo anónimo, no es comenzar de nuevo las veces que haga falta, sino sostenerse más allá de la novedad. La ilusión asiste, la perseverancia huye.
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