Sin la temporalidad nos ahorraríamos el sufrimiento del saber que morimos, el miedo a la incertidumbre, a lo desconocido. Sin embargo, no habría curiosidad ni deseo, volveríamos al edén, donde se niega la posibilidad de mirar con ojos nuevos, y la vida ordinaria dejaría de sorprendernos.
Su frase me trajo a la memoria un recuerdo de otros tiempos: Miraba y admiraba un atardecer con un amor cuando me susurró "Te amaré hasta el infinito". Años después, entre lágrimas, tuvimos que decirnos "Qué poco dura el infinito..." Un beso de quien camina por sus letras no tan a menudo como quisiera.
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
3 comentarios:
El concepto de duración lo experimentamos los que estamos fuera de lo eterno, pobres mortales rendidos a su contemplación. Salud.
Sin la temporalidad nos ahorraríamos el sufrimiento del saber que morimos, el miedo a la incertidumbre, a lo desconocido. Sin embargo, no habría curiosidad ni deseo, volveríamos al edén, donde se niega la posibilidad de mirar con ojos nuevos, y la vida ordinaria dejaría de sorprendernos.
Vaya aburrimiento eso de ser eterno.
Besos mortales :)
Su frase me trajo a la memoria un recuerdo de otros tiempos:
Miraba y admiraba un atardecer con un amor cuando me susurró "Te amaré hasta el infinito". Años después, entre lágrimas, tuvimos que decirnos "Qué poco dura el infinito..."
Un beso de quien camina por sus letras no tan a menudo como quisiera.
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