Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente que regando encerrada bellos miembros extremos siente así los hermosos límites de la vida.
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
8 comentarios:
Sí, por favor, con ese preámbulo, voto a bríos que bien deseo que vuelvas y que sigas. Incluso, aunque yo no pueda acompañarte.
¿Nos conocemos, Amanda?
[Disculpa la indiscreción; pero por mis blogs pululan anónimos que sólo con el tiempo resultan ser conocidos]
Y sí, como McArthur y Terminator, volveré.
Un abrazo.
Adelanto...antes del regreso del Señor Sianes:
Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.
¡Buen viaje!
Nos conocemos, supongo, hasta donde este espacio nos ha permitido mostrarnos.
Aunque eso siempre sea mucho menos de lo que intuitivamente sospechamos.
Al final, cuando el tiempo se contrae, todos resultamos camaradas de esa extraña aventura que nos conduce a Ítaca.
Me gustaria entender el comentario de Gaelle Solal. Gracias
Amanda,
Mi pregunta era más -digamos- directa y específica. Le preguntaba si nos conocíamos antes de que firmara con el nombre o nick de Amanda.
Este Ulises es aun más curioso que su modelo clásico.
Un abrazo.
Le comprendí bien a la primera, pero como un "no" me parecía demasiado escueto, preferí dejarle con la pequeña perífrasis filosófica.
Por cierto, me da curiosidad la razón por la que sólo algunas veces me tutea.
Tal vez sea esa una rareza suya; como la mía,no ser bastante concreta.
Disculpe (o, si lo prefieres, disculpa), Amanda.
Ni manías ni misterios: mera impericia. Imagine lo difícil que me resulta alternar con ciertas mujeres, si soy ya vacilante en el tratamiento.
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