sábado, 15 de diciembre de 2007

Por el don de leértelo y el don de que seas mi eco

Otro poema de los dones

Gracias quiero dar al divino
Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas
que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
Con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros
Como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer,
Que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa,
Que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura
Arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
De una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg,
Que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales
Que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida en los jazmines
O en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la bella borgiana, por el rumor de esos pasos en la habitación a oscuras de la música, de la memoria.

Francisco Sianes dijo...

Conservar en la memoria y transmitir aquello que uno ama o ha amado, querida Ana, es siempre una acción de gracias.

Brindo con usted "por el arte de la amistad".

Anónimo dijo...

Por el don de tus palabras y, de alguna manera, el don de comprenderlas.

De tus letras, el eco incierto resuena...

Gracias quiero dar al arcano que te inspira,causa de los efectos que me infunden dicha.
Por el pensamiento singular que de él proviene y que a otro tan universal sin duda se le parece.
Por la razón, que mientras se sueña proyecta su laberinto y esconde los planos.
Por el amor, que de los demás muestra la divinidad que se encuentra en ellos.
Por la firmeza estable, por el blando dinamismo,que abren los ejes de las conjunciones.
Por Ortega, que con cortés claridad destiló al hombre.
Por la luz del fuego que calienta el miedo y hasta lo derrite.
Por los hombres de ciencia
que tras experimentar lo indecible
se quedaron con lo místico.
Por el misterio de los milagros
en los que muy pocos creen
y se prodigan a diario.
Por el arte de la amistad y el amor incondicional.
Por el primer día de la total hermandad.
Por las palabras que entre cruces se dijeron y que despojadas de su esencia, perdieron el sendero de los hombres.
Por el hontanar de creencias
Que hicieron un rompecabezas con las emociones.
Por la sabiduría del lenguaje
Entre los desfiladeros del sinsentido.
Por el recuerdo que deshace los errores y siempre los perdona.
Por presente como punto de poder de que siempre se dispone.
Por el futuro, fuente inagotable del ahora.
Por el valor y la felicidad de los otros cuyas opciones de vida exploran.
Por morir tan despacio,
O por vivir tan deprisa.
Por los últimos minutos que preceden a la vigilia.
Por el sueño y la muerte,
Que esconden a la vista buena parte del sendero.
Por los que aman sin condiciones
para quienes dar y recibir no difieren tanto.
Por la música, el lenguaje más humano de los dioses
Y de los humanos, el más divino.

Francisco Sianes dijo...

Por Amanda -brisa, sombra, fuego- que posee el don de abrir las puertas del hogar con sus palabras.

Un abrazo agradecido, agradecido.