Camino hacia el desánimo, abonando rencores, Cioran sentenció:
La mujer fue importante mientras simuló pudor y reserva. ¡Qué deficiencia demuestra empeñándose en dejar de jugar el juego! Ahora ya no vale nada, pues se asemeja a nosotros. Así desaparece una de las últimas mentiras que hacían tolerable la existencia.
22 comentarios:
Me gustaría pensar que no suscribe las palabras de Ciorán, pero ¡voilá! si las trajo a su espacio será por algo.
Si tuviera a bien ilustrarnos, ¡qué alegría!
Aguardo divertida y sin prisa, el final de su serie de costillas adánicas; tan sólo por si nos será revelada la clave última de esta pendencia encubierta contra el bello sexo.
Amanda,
Como dice el título, no es más que impertinencia y desafío. Como dice la etiqueta, no es sino burla y guasa.
Los hombres y las mujeres habitamos el mundo desde hace milenios. Sin duda, querida amiga, nos hemos hecho merecedores de todo homenaje y toda condena.
Pues yo no sólo suscribo las palabras de nuestro amigo, sino que me parecen (como otras dedicadas por Cioran a la mujer) de las más hermosas que nunca le dedicaron.
De todo homenaje y toda condena, dice...
Y eso en la práctica, ¿para qué sirve?
"La mujer fue importante mientras simuló pudor y reserva. ¡Qué deficiencia demuestra empeñándose en dejar de jugar el juego!"
Sí... Como aquel juego que practicaban los hombres en el que sabían respetar a la mujer y valorarla sin sentir complejo de inferioridad.
¡Ay, calla! que ese juego aún no se ha jugado, ¿no?
Es que no sé quién te manda a ti citar a Cioran, amigo mío. Los libros de Cioran deberían estar escondidos en los aparadores bajo llave, pasarse de mano en mano como si fuera droga, incluso estar prohibidos, nada de venderlos en las librerías para que todo el mundo corra el riesgo de comprarlos y malentenderlos. Y Nietzsche porque se pasó de moda, porque si no también caería bajo los cascos de los caballos de lo que debe ser. Bueno, quién te manda a ti, y quién me manda a mí meterme en este tema, del que hace mucho tiempo que no se puede hablar sin caer en lo incorrecto. Abrazos igualmente.
Cioran y Nietzche, dos de mis autores favoritos: dicen las grandes verdades que no gusta oír.
Sin embargo... ¿por qué siempre son hombres los que distinguen tan claramente lo que "es" de lo que "debe ser" en la naturaleza femenina? ¿Acaso no evidencia esa prepotencia masculina su propia debilidad?
Vamos Sir John, no sea tan pesimista que eso limita mucho, hombre.
Creo que para pasar de lo más oscuro a lo más claro del entendimiento y la consciencia no es buena cosa seguir con más de lo mismo, que es recomendando y practicando la reserva y el secretismo.
¿Qué tal una de transparencia y que cada cual asuma plenamente la responsabilidad de lo que interpreta y de sus parejas consecuencias?
¿No le parece que ese método es de por si una buena ocasión para deshacer los errores más graves que nos separan a unos de otros?
Deje que cada cual lo intente a su modo,pues aunque yerre una y mil veces, ese debe ser su privilegio más intocable.
Peace&Love.
Mi querido sir John,
Decía también Cioran:
"Cuando me enteré de que se iba a casar, creí oportuno disimular mi asombro con un tópico: "Todo es compatible con todo". -Y él: "Es cierto, puesto que el hombre es compatible con la mujer"."
Claro que, hace años, me contaba uno de mis profesores que Cioran dedicaba buena parte de las conversaciones mundanas a hablar de mujeres (en términos menos filosóficos).
Esta sección de "Burla burlando" se llamaba en principio "Políticamente incorrecto". Pero me he amilanado. No hay nada que una mujer maneje con más soltura (ni que a uno le aterre más) que su indignación*.
Un cordial saludo, amigo.
* [A excepción de los hombres, claro]
Polifacética Eva,
Decía también su leído Nietzsche:
"Cuando vayas con una mujer, no olvides el látigo".
Siempre me he preguntado si Nietzsche quiso decir que no olvidáramos llevarnos el látigo o que no olvidáramos que el "kit" de la mujer como Dios manda viene con látigo de serie.
Sabido es que los místicos transitaban las tres vías: la purgativa, la iluminativa y la unitiva. Es usted, intimidante amiga, una mística primeriza y generosa. Sólo parece solazarse aplicando la vía purgativa a los demás.
Aunque cómo reprochárselo: intuyéndola a usted como la intuyo, el consejo nietzschiano resplandece desalojado de toda ambigüedad.
Nunca se lo agradeceré bastante.
Los homenajes y las condenas sirven para desahogar el entusiasmo y la indignación*, Amanda.
Un abrazo.
* [Los homenajes sirven también para camelar a los mujeres -y no digamos a los hombres-]
Lo dicho, Eva, cualquier hombre que se arriesgue a discutir sobre la naturaleza de la mujer, sin asentir a lo correcto, será inmediatamente tachado de prepotente, dan igual las circunstancias en las que hable, o la mayor o menor congruencia de sus afirmaciones. En cambio, cualquier mujer tiene campo libre para hablar del tema... Por mi parte, podemos hablar de hombres y de mujeres, generalizando, pero cuando alguien habla suelo escuchar sus razones y fijarme poco en su sexo... Y entre maltratador y prepotente (intelectual), ya que no puedo ser otra cosa, prefiero pasar por lo segundo, claro.
Querida Amanda, más que pesimista y partidario de la reserva y el secretismo, soy partidario de cierta amable oscuridad y de un concepto activo de la cultura. Pero verá, hasta el más secreto de los textos secretos acaba disponible para el último de los últimos individuos, y por eso, y por otras razones, no soy partidario de esconder a Cioran, pero tampoco de venderlo en los quioscos. Tolerancia infinita, dios me libre de decirle a nadie lo que tiene o no tiene que leer, pero si hablamos mucho sobre él una turba fanática acabará convirtiéndolo en bandera, y terminará el rumano en el mismo saco que Zara o Bruce Springsteen. Y habrá otros grupos que lo etiquetarán de pesimista sin leerlo, y sin valorar que es uno de los pensadores más profundos del siglo XX y uno de los mejores escritores también. Prefiero que me lo dejen en paz, claro. Y en lo que nos toca, si una de las primeras consideraciones de las que se echa mano para entender el aforismo que nuestro amigo Francisco nos citó al principio, es que Cioran habla desde la prepotencia masculina (creo que Cioran hubiera muerto literalmente de risa si hubiese escuchado esto), entonces prefiero no aprovechar esa transparencia, que por supuesto nunca combatiré, claro. Cada cual que lo intente del modo que quiera, y que yerre todo lo que quiera, pero el mayor privilegio que tenemos no es el de la participación, sino más allá el del respeto, entendido como consideración, como entendimiento y sinceridad en la disensión. Y si me permite una opinión, creo que el error más grave que nos separa a los hombres y a las mujeres es que muchos de los que hicieron algo en favor o en contra de la igualdad de los sexos no tuvieron en cuenta que tanto mujeres como hombres son, antes que eso, personas. En cuanto tengamos esto en cuenta, y vigilemos lo que los adultos (mujeres y hombres) hacemos con los niños (nada demasiado bueno, así en general), el presente cambiará radicalmente. Incluso desde los lugares donde se dice trabajar por la igualdad no se hace más que hablar de bandos y de sexos, en vez de hablar de individuos, y en vez de hablar de personas. Y así... Saludos, y por supuesto, paz y amor.
"Intuitivo"* Francisco,
Aunque reconozco que muchos de los que me rodean dicen que soy una santa**, he de confesar que la única vía purgativa que transito es en el excusado, sobre todo cuando al evocar ciertas cosas mis entrañas se sienten especialmente inspiradas.
Además, no creo que por exponer mi opinión sincera respecto a un tema (como hacen ¿todos? en este blog) esté purgando nada (en todo caso a mi misma, sobre todo esas veces –y siento ser de nuevo escatológica- que satisfaciendo la necesidad de expulsar mi criterio me sale una cagada). Fíjese que es lo mismo que hace usted cuando en un artículo critica situaciones o actitudes, a veces diríase -y aquí le ruego no se me ponga susceptible- que con esa suficiencia del converso reincidente que castiga su propia desvergüenza a través de la censura ajena***. Ahora bien, si acaso le irrita que una difiera de su opinión, dígamelo y me pongo a bailarle el agua, o no, no, mejor escriba usted mismo los comentarios y así tiene el blog completamente a su gusto. :)
Y ya que me trata usted como si nos conocieramos: por favor, querido, dejemos el látigo para otros entornos más íntimos.
Un saludo (con manzana sin gusano)
* Menos mal, amigo, que no le dio por dedicarse a las artes adivinatorias.
**: Y aún así. Oh, Dioses de la cibergalaxia!, dadme paciencia, dadme paciencia...
*** Bien mirado, también esa es otra forma de purgarse.
"...creo que el error más grave que nos separa a los hombres y a las mujeres es que muchos de los que hicieron algo en favor o en contra de la igualdad de los sexos no tuvieron en cuenta que tanto mujeres como hombres son, antes que eso, personas."
No podría estar más de acuerdo con esta afirmación, Sir John;, por eso mismo juzgo como prepotencia el que alguien (sea del sexo que sea) dicte como deber ser los "hombres" o "las mujeres" y no, simplemente, las "personas".
Un cordial saludo.
(Y Cioran no era ni prepotente ni pesimista: era un optimista con información y guasa, lo mismo que está que escribe).
Mi querida Eva,
Me expondría a ser expulsado de todos los paraísos por uno solo de sus latigazos; e incluso de todos los infiernos, a condición de que me permitiera aplicarle una sola de mis lavativas.
Dizque lo peor que puedes encontrar en una manzana es medio gusano. Yo rectificaría, postulando que sería aun más pavorosa su mano graciosamente ofreciéndola*.
No le negaré que me tienta la idea de comentar mis propios textos; pero, en ausencia de una oferta más suculenta, siempre he preferido las masturbaciones asistidas.
Un saludo.
[Respecto a sus reconvenciones genéricas, recuerde que el poeta -debilidad que comparte con ciertos comentaristas anónimos y mujeres con amantes inhábiles- es un fingidor: sus afirmaciones son, muchas veces, provisorias mascaradas antes que sentencias grabadas en piedra. En el tema que nos ocupa, ningún hombre en su sano juicio se atrevería a sentirse capaz de modelar una mujer a sus deseos: antes conseguiría salir de las arenas movedizas del matrimonio mesándose el cabello]
* [Y, se lo ruego, tómese mis impertinencias como lo que son. Juguetonas provocaciones. Mi edad disculpa aún y mi sexo disculpará siempre mi necedad]
Antes de irme:
Puesto que le intuyo onanista experto: déjese de masturbaciones asistidas y pase ya a los ayuntamientos, hombre!
(Y no se preocupe: me tomo sus "impertinencias" del mismo jocoso modo que espero esté usted tomándose las mias).
Hasta otra.
Jamás por los ayuntamientos: no quiero terminar entre rejas (ergo, con dificultades para sentarme).
Y ante las anónimas, Eva, suelo mostrarme onánimo.
Ah, bien, Eva, que con eso de "Sin embargo... ¿por qué siempre son hombres los que distinguen tan claramente lo que "es" de lo que "debe ser" en la naturaleza femenina? ¿Acaso no evidencia esa prepotencia masculina su propia debilidad?" no estaba usted refiriéndose a nadie en concreto... ¿Tal vez a los hombres en general? Es decir, a todos los hombres en concreto... O tal vez a la mayoría de los hombres... Puede ser que sólo a los hombres que tienen la osadía (como Cioran) de opinar sobre la realidad de la generalidad de las mujeres... Hum, sí, podría ser... Bueno, quién sabe. A Cioran no era entonces, porque él era, ¿cómo dijo?, un optimista con información y guasa... Bueno, un optimista sí, informado también, pero con guasa, con guasa... En fin, que me alegro de no ser impot... perdón, prepotente. ¿O sí? De todos modos me alegro que usted sí vaya con mucha guasa, a los sevillanos (y sevillanas) nos va mucho la guasa... Saludos.
Sir John,
Ya que reconoce gustarle mucho la guasa, no nos meta en el debate serio lo que comenzó diciéndose en tono de burla y cachondeo.
Y puesto que se me pone tan interrogativo, le aclaro:
Dentro de esa primera parte (la de guasa) donde, recogiendo ese guante que el Sr. Sianes arrojaba a las mujeres, hablé irónicamente de la prepotencia y debilidad masculina, a quién me estaba refiriendo era a todos aquellos hombres (incluido Ciorán) que tan seguros están de conocer la realidad femenina -al menos a mí, que soy mujer, me cuesta bastante definirla, sobre todo en estos tiempos tan unisex que corren- y que, no quedándose ahí, van aún más allá y se atreven a decretar cómo "debe ser" esa hembra. Y si digo esto es porque a menudo, al leer a este pensador, como a Nietzsche, a Schopenhauer y algunos otros, no sólo no me reconozco en muchas de sus afirmaciones respecto a la mujer*, sino que advierto que parecen querer decir: "Mira, "Eva", no te muestres de esta forma, quilla, no te das cuenta de que tú no eres así. Debes seguir tu propia naturaleza que es esta otra [o sea, la que nosotros queremos que sea]".
Si después en la segunda parte, de forma más reflexiva -sólo un poco más-, indulté a mi querido Ciorán fue porque, en realidad, mis afirmaciones de la primera parte -estoy empezando a sentirme Groucho- eran como son en el fondo las vertidas por el rumano: exageraciones irónicas que no se dicen del todo en serio, por muy serio que uno se ponga. Como cuando Montaigne –le pongo de ejemplo ya que estamos en su "casa"- se burlaba del matrimonio diciendo que era una jaula, y mira, ahí le tenías en su torre bien casadito. Y por eso, puesta ya a juzgar con menos sarcasmo, dije que prepotente podía ser cualquier persona* que dictaminé cómo debe ser o comportarse otra en función del sexo al que pertenezca.
Pero si lo que le apetece, elocuente Sir John, es que discutamos este asunto completamente en serio, lamento confesarle que yo no creo que pueda pues, según enfoque la cuestión, en ambas posturas encuentro argumentos válidos y me cuesta dilucidar en cual de ellos se halla la verdad absoluta. De hecho, si he de ser franca, yo misma en más de una ocasión he defendido las iniciales palabras que ocasionaron este debate. Esto es lo único realmente serio que puedo decirle.
Bueno, eso, y que me alegro de que no sea impot... digo prepotente, para la dicha de usted y de su esposa.
Un saludo y, cómo no, ese fluir de paz y amor.
:-)
[¿De veras que no ve la guasa en Ciorán?]
* Ni me reconozco a mí ni a la mayoría de féminas con las que tengo relación. Y lo mismo me sucede cuando leo las descripciones carniceras que sobre las "costillas" nos obsequia el propietario de este blog. No sé, tal vez suceda que yo viva en un submundo de la especie mujeril, que también pudiera ser.
** Como me temo que nos ponemos todos cuando insensatamente nos metemos en estos berenjenales de "Adanes vs. Evas" -¿Quién me mandaría a mí?-
Francisco,
En caso de acabar en tal desventurada situación ya habría algún alma caritativa que le llevase un pastel relleno de "lima" y un cómodo flotador, ¡que no todas somos como la Pantoja!
Pero me parece sensata su postura pues hoy día no se sabe qué pueden traer consigo las "asistentas" desconocidas, lo mismo le pueden pasar un virus o algo.
Un saludo.
P.S.: Y ya sí que me ausento por unos días (eso, si la atracción bloguera no me puede, que con esto de ser Eva lo de resistirme a las tentaciones lo llevo fatal...)
Ya está, ya está, ya lo pillé... Esta neurona... Veremos si no se me ha perdido todo el sentido del humor que creía tener... Y Cioran entonces tampoco habla en serio, sino que todo era guasa... Joé, tanto tiempo creyéndome sus contradicciones, y ahora resulta que estaba de coña... En fin, nunca es tarde para rehacer tu vida. Besos y abrazos elocuentes.
No que Ciorán esté de guasa: que lo cuenta CON guasa.
Y, por favor, no me haga otra réplica que si no, conociéndome, no me iré nunca y me veo caminando con bastón (que motivos de salud son los que me obligan a estas ausencias temporales).
Un amable saludo, Sir John, y cuide mucho esa neurona suya.
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