Es en los momentos de zozobra en los que la pluma se convierte en la única posible tabla de salvación. Es en los momentos de incertidumbre en los que las páginas son la última guarnición que nos protege del descenso a la locura. Y es en esos momentos de torbellino donde la creación resplandece con más luz que nunca. Y quizá es triste, quizá es desgraciado. Pero es así. Porque lo que es cada vez más seguro es que es necesario. Lamento muchísimo lo que está pasando. No obstante, hermano, sé que al igual que yo eres una persona de buen carácter (si por tal entendemos a aquella que no escupe su veneno, sino que lo traga, lo macera, y de él nace el remedio contra los males), así que te mando un abrazo desde la distancia, y la más sincera enhorabuena por muchas de las mejores líneas que te he leído en los últimos tiempos.
El piel roja de Kafka es (o quiere ser) libre; el gran Kong acepta, hasta el final, su gozosa condición de prisionero. Ser gorila, amigo J., es -o así me engaño- la mejor forma de ser.
***
Si así ha de ser, Goriile, le deseo que las causas hayan justificado la consecuencia y los medios el fin.
***
Alicia,
Llega usted precedida por palabras que cantan. Gracias por dejar pasar, por esta azotea, su cometa.
Cuando realmente te enamoras, el otro o la otra poco tiene que decir. La única tarea del perezoso o perezosa es darse cuenta. Cuando estás enamorado no se admite un no por respuesta. El que pilla primero por la espalda al otro gana. No se pierde nunca.
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
7 comentarios:
Me quito el sombrero, amigo Sianes.
Ser gorila, ¿acaso no es una forma menos kafkiana de ser "piel roja"?
Saludos
Mira por dónde, así es como creo que voy a diñarla yo dentro de poco...
Y con la mirada tierna de todas las bestezuelas que espantan, como moscas, aviones plateados...
Nos vemos, primarios y peludos, en las azoteas
Es en los momentos de zozobra en los que la pluma se convierte en la única posible tabla de salvación.
Es en los momentos de incertidumbre en los que las páginas son la última guarnición que nos protege del descenso a la locura.
Y es en esos momentos de torbellino donde la creación resplandece con más luz que nunca.
Y quizá es triste, quizá es desgraciado. Pero es así. Porque lo que es cada vez más seguro es que es necesario.
Lamento muchísimo lo que está pasando. No obstante, hermano, sé que al igual que yo eres una persona de buen carácter (si por tal entendemos a aquella que no escupe su veneno, sino que lo traga, lo macera, y de él nace el remedio contra los males), así que te mando un abrazo desde la distancia, y la más sincera enhorabuena por muchas de las mejores líneas que te he leído en los últimos tiempos.
El piel roja de Kafka es (o quiere ser) libre; el gran Kong acepta, hasta el final, su gozosa condición de prisionero. Ser gorila, amigo J., es -o así me engaño- la mejor forma de ser.
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Si así ha de ser, Goriile, le deseo que las causas hayan justificado la consecuencia y los medios el fin.
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Alicia,
Llega usted precedida por palabras que cantan. Gracias por dejar pasar, por esta azotea, su cometa.
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Sandmann,
:-)
Cuando realmente te enamoras, el otro o la otra poco tiene que decir. La única tarea del perezoso o perezosa es darse cuenta. Cuando estás enamorado no se admite un no por respuesta. El que pilla primero por la espalda al otro gana. No se pierde nunca.
Inversamente (con justicia o injusticia), las batallas perdidas del desamor tampoco acaban de perderse nunca.
Un beso. :-)
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