no eres feliz y no te lo reprocho.
Te has comprometido
con la inutilidad de las heridas.
No existe para ti
la despedida demasiado larga.
***
Renaceré cuando me encuentre
algo en el mundo
que no se te parezca
y, sin embargo, viva.
Mi corazón entonces latirá
como si al fin hubiera hablado sin oírte.
domingo, 1 de noviembre de 2009
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