El arte nunca es celebración. ¿Quién querría perder un segundo del fugaz interludio de la dicha? Tampoco es una avanzada. La palabra poética camina tras la pena y llega con retraso a la alegría, es un hogar recuperado y una paz elaborada, los laureles de la reconquista a los estragos del dolor.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
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