martes, 23 de septiembre de 2008

Tractatus

1. La infelicidad es el remanente de necesidades y deseos insatisfechos.
1.1. La ciencia procura medios técnicos para aplacarlos.
1.2. La religión, la gimnasia, la filosofía los anestesian:
1.2.1. Declarándolos antinaturales -pecaminosos- o postergando su satisfacción en un futuro ultramundado.
1.2.2. Mediante la doma ascética y deportiva del cuerpo y la mente.
1.2.3. Proporcionando un discurso racionalizador y paliativo.
1.3. El arte y el crimen los subliman, procurando su satisfacción simbólica mediante la creación y la destrucción.
2. La ciencia, la religión, el deporte, el ascetismo, la filosofía, el arte, el crimen: variopintos subterfugios de una vida a la que no le basta la vida.

4 comentarios:

Idea dijo...

idxkyzCurioso, las reflexiones son interesantes y diría que las comparto, aunque no llego a la misma conclusión. ¿Cosas de la vida?

Anónimo dijo...

añado: el (BUEN) yoga como instrumento de ampliación de conciencia y otras cosas no menos interesantes te lleva de la mano sin rodeos ni tonterias a estados catalogados dentro del concepto de felicidad.

Francisco Sianes dijo...

I.,

La mayoría de mis artículos -¿todos?- nacen de la radicalización de un punto de vista.

Y sí: "son las cosas de la vida, son las cosas del "queré": no tienen fin ni principio, ni "tien" cómo ni por qué", que dice la copla. ;)

Un beso flamencón.

***

Recuerdo que, en la época en la que iba al gimnasio -juventud, divino tesoro...-, me dio por apuntarme a clases de yoga. Heme aquí ataviado con un chándal blanco entre cincuentonas gallináceas, un gay crepuscular y una joven lánguida y con continente de "soy inalcanzable para los insensatos mortales (sin VISA platino)", cuando aparece el profesor. Un osito con obesidad mórbida vestido de superhéroe ontológico.

El tipo no sólo nos hacía imitar posturas indecorosas y abochornantes: no perdía ocasión para darnos la paliza doctrinal. La verdad es que a menudo se hacía la picha un lío y mezclaba la transmigración de las almas con la retención del orgasmo, las fabulillas zen con las anécdotas escatológicas. Total, que un día estaba inspirado y, antes de comenzar la clase -viendo el gesto mohíno de sus desconcertados discípulos-, nos suelta:

-La esencia del yoga es fluir como el río y flotar como la nube...

(...)

-Pues fluyendo como el río y flotando como la nube te has puesto gordo como un sollo -contesté yo.

La cosa fue celebrada con jolgorio contenido (incluso por la lánguida inaccesible); pero, como solía tomarle yo el pelo a cuenta de su catequesis, el maestro se lo tomó bien. Eso sí: ahí acabó mi relación con el (supongo que mal) yoga.

En cuanto a la ampliación de esas cosas no menos interesantes, quedo a la espera de que me amplíes la información (y cuantas otras cosas no menos interesantes quieras ampliarme), an.

Anónimo dijo...

jajajajaja, excelentes comentarios... el tuyo en clase y el que relatas aquí. y supones bien, eso no es buen yoga, aunque no siempre se reconoce a primera vista. es una pena que algo tan maravilloso se banalice tanto en un falso endiosamiento... con tanto maestro enterrado entre comillas.

tú, joven-divino-tesoro, si te encuentro por la calle algún día y me da por reconocerte te ampliaré información... y habría que discutir también si la felicidad es el remanente de deseos satifeschos.