La ciudad y tú tenéis vuestro perfil inaccesible, vuestras esquinas clausuradas. ¿Qué importan las conquistas del ayer si el hoy es privación, trinchera y fuga? Recorro con mis manos las murallas en busca de la grieta vulnerable, la caricia lograda. Tu lengua (no el viento) lame mis dedos, tus ojos (no el sol) hieren mi desnudez, tu vientre (no el río) anega mi cuerpo. He perdido la ciudad (y a mí) para ganarte. Cuánta penumbra precisan las victorias.
viernes, 15 de agosto de 2008
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4 comentarios:
Las victorias son relativas cuando se las ilumina, para evaluarlas con justicia es preciso verlas en su conjunto. Sospecho que es igual cuando hay que enfrentarse a las derrotas.
Detrás de cualquier muralla, en cualquier ciudad del mundo, siento tu mano.
La victoria y la sombra: dos caras de la misma moneda, la que debiéramos llevar siempre en el bolsillo a modo de memento...
Beso en penumbra.
El texto es precioso, querido Francisco.
No puedo leer los comentarios sin una sonrisa.
Rupi.
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