Tras la lectura de un texto de J. sobre un proyecto inacabado (inacabable) de Stanley Kubrick, pienso que, aunque no dejo de sentir admiración por ellos, siempre me han impacientado los artistas que intentaron crear por encima de su talento, de aquellos que dijeron demasiado por temor a decir demasiado poco (qué fácil desdecirse de lo que fue callado a tiempo).
Se entrega a la superchería del detalle quien confía en que el temblor del mundo puede provocarse con galanterías. Sin embargo, en los ámbitos que verdaderamente nos incumben, la conquista es un don, nunca el triunfo de una voluntad obsequiosa y obstinada. Así sucede con los galanteadores que, acumulando agasajos, procuran conquistar a su amada desdeñosa, mientras que al seductor nato le basta un golpe de mirada para arrebatársela.
Recuerdo un pasaje de Gombrich en el que comparaba la pincelada obsesiva de Van Eyck, que pretendía dar vida a cada pelo de un perrito...
... con la seguridad del trazo de Velázquez quien, sin pintar un solo pelo, retrató al perrito más piloso de la historia de las artes.
Leo a Félix de Azúa: Escribió Burckhardt que los maestros pertenecen a dos categorías. Los de la primera categoría son aquellos que con minuciosa exactitud, mucha paciencia y admirable sabiduría te muestran todas y cada una de las calles de la ciudad, y en cada calle te hacen ver el edificio más notable, y en el edificio su detalle más significativo. Pero los otros, los de la categoría suprema, te agarran por el cuello, te arrastran ladera arriba pisando espinos y zarzales, si manifiestas fatiga o desesperación te ignoran, intentas descansar y te empujan a codazos, pero, llegados al punto más alto de la montaña, con un solo gesto brusco muestran la ciudad extendida a tus pies desde la única y más rica perspectiva, aquella que evidencia las grandes líneas de crecimiento y los motivos del constructor. "Y ahora", dicen, " eres libre de elegir lo que te convenga".
Nabokov sabía que en la ciencia pura y en el arte más elevado el detalle lo es todo; pero la artesanía del detalle no consiste en una concatenación de minucias, sino en la floración, la epifanía movilizadora del instante. El detalle logrado es el vértice donde se encuentran hombre y mundo, dos líneas oblícuas trazadas hacia el éxtasis de la sensación. La vida recordada (la única que puede elaborar el arte) es un rosario incandescente de detalles. Aunque esos momentos sólo adquieren refulgencia y forma en el hilo de la vida en que se engarzan, ésta no podría ser amada en su generalidad extensa si no hubieran sido hallada antes en su intensa concreción. Recordamos ese verso de un poema que nuestra memoria sólo balbucea, ese crepúsculo de aquel viaje ya desdibujado, el ojo ardiente -uno sólo- de una gata en celo en medio de ninguna parte, la cadencia exacta del gemido de ese rostro ya olvidado (acaso confundido). Sí, la vida es lo que recuerdas (re-cordis es pasar de nuevo por el corazón).
Pero el detalle puede convertirse -y se convierte- en veneno y fiebre y maldición. Nos lo dice Silvio al cantar su reclusión (difícil distinguir si es celebración o si es lamento) en la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta de su amada. Como una célula excesivamente viva que se inflama, cancerígena, y nos mata, hay detalles que se enconan por el lado de la sombra y el costado del dolor. La incandescencia de la vida quema.
Y hay que saber también qué es lo que se muestra, qué se resguarda. La verdad última de los detalles es una reticencia. Una insinuación. No callo los detalles épicos. No me toleran y no los necesito. No he visto cosas que vosotros no creeríais. No he visto atacar naves en llamas más allá de Orión, ni he visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos mis momentos, sí, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Pero sólo yo sé que esta manta azul que te cubría esconde un mar y su oleaje; sólo yo sé qué significa un cierto llanto después de cierto abrazo. Y sé otras muchas cosas. Son cosas de las que no hablo. Cosas tan frágiles que se deshacen al tocarlas, al exponerlas imprudentemente al aire.
Nunca me desdiré de aquello que aprendí a callar a tiempo.
10 comentarios:
En este orden de cosas:
http://latorredemontaigne.blogspot.com/2007/10/la-legibilidad-del-mundo.html
Qué precioso lo que escribes y cuánta razón tienes...A mi me encanta el detalle, me encanta fijarme en las pequeñas cosas que a menudo pasan desapercibidas, como lo que hay tras el objeto iluminado, lo que se oculta velado tras su "insignificancia", siendo sin embargo y en muchos casos, causa de pretendida grandeza de quien, comparándose, pone distancia, asegurando así su ego, inseguro y probablemente identificado con lo que tanto teme, de ser juzgado como semejante de lo que aborrece y teme. (Cuánto más grandiosos parecían los reyes retratados junto a bufones ridículos y deformes) y sin embargo, qué débiles al tiempo...
Un saludo.
:) (...)
Hablando de pequeñas cosas, Sonsín, no me descuides tus "trocitos", en los que tan a menudo encuentro motivo de detenimiento. Y sí: otro detalle. Yo también soy del 14 de agosto; pero no voy a cometer de impertinencia de preguntarte el año. ;)
Un abrazo.
***
Elena,
:)
[Por cierto, ¿qué es ese nuevo blog de acceso restringido? ¿Es que no formarías un club que me aceptase como socio? ;)]
Secretitos :)
Intento, intento, pero me cuesta lo de la producción rápida XD!! No me importa decirte el año 1986. Sigo en la facultad, diciendo desde hace cuatro años que me quedan dos años para acabar, pero siempre es mentira, porque siempre descubro más cosas que hacer allí, y en las facultades de los alrededores!!
Un abrazo!
Lo siento!!He hecho el comentario desde otra cuenta XD...Soy un poco desastre!
Aprovecho y saludo de nuevo!
Y yo que te suponía cuarentona, Sonsín... Qué viejo me haces. :-S
Bueno, voy camino de serlo, a mi ritmo, XD!
Un abrazo!!
Me alegra haberle servido de estímulo. La réplica es la forma más satisfactoria y solidaria de saberse leído.
Estamos de acuerdo en la presencia ineludible del don, pero también en su esencia fatal. LLega a resultar terrible comprobar que en esto de escribir, pintar, etc. también hay algo de determinismo calvinista. Desde ese punto de vista ¿no es el creador un mero gestor?. Lo dejo ahí.
Saludos de un fatalista
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