sábado, 28 de noviembre de 2009
viernes, 27 de noviembre de 2009
Experiencia
Sólo tenemos experiencia
para lo ya vivido;
ante lo nuevo, estamos vírgenes
a todos los errores,
desnudos bajo el rayo.
Acción de gracias
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Rincones
martes, 24 de noviembre de 2009
El alguacil alguacilado
FERNANDO
Hola, me llamo Fernando. Es un poco tarde para realizar un comentario de la entrada del martes 9 de octubre de 2007 ("Antología del disparate"),entrada que me he encontrado por casualidad cuando, ignorante yo, no conocía el significado de "oi Lakedaimonioi" y buscaba orientación en internet. La cuestión es que no he podido soportarlo, ¡no sabía que podía existir en el mundo gente tan pedante y desagradable! ¡Y su amiga la comentadora Ana de la Robla es que es para darla de comer a parte! Llama a los chavales de los que usted habla "infelices", "indocumentados"... Dios, ¡cuánta frustración y vulgaridad hay en esas mentes!
No conozco su blog, pero este post rezuma, no "elitismo", pero sí soberbia (RAE, 2.Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás) e ignorancia por todos los lados, hecho bastante preocupante si el que lo escribe es un profesor... así va el sistema educativo.
¿Cómo se puede uno burlar de chavales de 15 años que están en el instituto? ¿Tan ingenuo es que no se da cuenta de que probablemente sean ellos los que se burlan de usted, al escribir esas chorradas en los exámenes, y que lo que pasa es que no les interesa lo más mínimo los contenidos de sus clases? ¿Cómo se atreve a juzgarlos o a burlarse de ellos? En todo caso, la responsabilidad siempre la han de tener los adultos, y los adolescentes han de adquirirla gradualmente. No digo que les haya echado toda la responsabilidad a los chavales encima, pero es evidente que sí que se han echado (usted y los comentaristas) unas risas a costa de ellos, cuando yo, que no hace tanto que era un chaval de esos (ahora tengo 30), recuerdo el sopor y el aburrimiento de las clases del instituto, y como algunos chavales sin interés y completamente desmotivados por una panda de profesores vagos y perezosos, escribían "bromas" de ese tipo en los exámenes.
¿De verdad cree esencial que los chavales sepan el nombre de esos autores que cita, o que se cofundan y crean que fue Platón y no Sócrates quien bebió la cicuta? ¿Lo considera tan relevante y trascendente? Pero, ¿en qué mundo vive usted? ¿De qué árbol se ha caído? Cuánta pedantería dios mio. Seguro que esas niñas conocen un montón de "datos" que usted desconoce. Seguro que conocen grupos de música que usted desconoce, o videojuegos revolucionarios de los que usted no ha oído ni hablar. O seguro que, simplemente, follan mucho más y saben más del sexo que usted.
En fin, existen muchos tipos de inteligencia (parece mentira que un profesor no sepa eso) y, de acuerdo, creo personalmente que es bueno que todos los ciudadanos conocieran en profundidad la historia de la filosofía, sería instructivo, pero el hecho de que eso no sea así no me hace pensar que los demás son tontos, o que el mundo se va a la debacle...
En fin, así nos va, con profesores que sólo se preocupan de conseguir su plaza fija de funcionario, y luego a reírse de la "ignorancia" de los jóvenes. Deberían estudiar los cambios sociales que se están produciendo y las revoluciones (morales, tecnológicas, científicas, económicas, religiosas, etc.) que se están dando en nuestro tiempo y que provocan la obsolescencia de nuestra tradicional educación. Revoluciones de las que ningún profesor o intelectual-resabido-criticón-en-abstracto-del-sistema-educativo-español parece haberse dado cuenta.
Espero y deseo que en los dos años transcurridos desde la publicación de la entrada en cuestión haya usted madurado un poco su "opinión" sobre los jóvenes y sus conocimientos, y haga algo más interesante o productivo que reírse de ellos.
markhaug@hotmail.com
martes, 17 de noviembre de 2009
Canto en penumbra
En la noche congelada, mis manos enfebrecidas de haberte buscado sin hallarte.
***
Mi camisa quedó tan mojada de ti que abrazarla es lloverte, derramar el rocío de la pérdida.
***
Anochecer precipitado, no bastan tus dos manos contra mis ojos. Leal al mediodía, erguido sobre la veleta, el gallo decapitado todavía gruñe.
***
Amantes herederos de la noche -la sombra no lastima vuestros ojos-, prolongadnos, vendimiad los racimos de lo que fue gemido en la penumbra.
***
Oh amada ante quien enmudezco, ¿me oyes cantar tu nombre cuando callo?
lunes, 16 de noviembre de 2009
domingo, 15 de noviembre de 2009
Dolor, última forma de amar
sábado, 14 de noviembre de 2009
Bajo sospecha
lunes, 9 de noviembre de 2009
miércoles, 4 de noviembre de 2009
El amante y la fenomenología
Hay dos tipos de amante. Aquellos que, empujados a la profecía, conjeturan más probable la infidelidad de su pareja y aquellos que apostarían antes por su propia infidelidad.
En el primer caso, esta convicción no procede tanto de la conciencia de la propia lealtad ni de la desconfianza en el otro como de la inseguridad en uno mismo (Es lógico que pase y que acabe descartándome... Pronto se cansará de mí). En el segundo caso, la convicción no nace tanto de la confianza en el compromiso ajeno ni de la presunción de la propia deshonestidad como del orgullo (¡Cómo podría descartarme y hacerme esto a mí! Es inimaginable. ¡A mí!).
En cuestiones de pareja, el miedo y la despreocupación no responden a criterios de objetividad ni acatan los dictámenes de la experiencia: son corolarios de la deflación y la inflación del ego, como la circunspección y la locura son, en el varón, efecto de la deflación y la inflación del bajovientre.
Oficio de tinieblas
martes, 3 de noviembre de 2009
La artesanía del detalle
Tras la lectura de un texto de J. sobre un proyecto inacabado (inacabable) de Stanley Kubrick, pienso que, aunque no dejo de sentir admiración por ellos, siempre me han impacientado los artistas que intentaron crear por encima de su talento, de aquellos que dijeron demasiado por temor a decir demasiado poco (qué fácil desdecirse de lo que fue callado a tiempo).
Se entrega a la superchería del detalle quien confía en que el temblor del mundo puede provocarse con galanterías. Sin embargo, en los ámbitos que verdaderamente nos incumben, la conquista es un don, nunca el triunfo de una voluntad obsequiosa y obstinada. Así sucede con los galanteadores que, acumulando agasajos, procuran conquistar a su amada desdeñosa, mientras que al seductor nato le basta un golpe de mirada para arrebatársela.
Recuerdo un pasaje de Gombrich en el que comparaba la pincelada obsesiva de Van Eyck, que pretendía dar vida a cada pelo de un perrito...

... con la seguridad del trazo de Velázquez quien, sin pintar un solo pelo, retrató al perrito más piloso de la historia de las artes.

Leo a Félix de Azúa: Escribió Burckhardt que los maestros pertenecen a dos categorías. Los de la primera categoría son aquellos que con minuciosa exactitud, mucha paciencia y admirable sabiduría te muestran todas y cada una de las calles de la ciudad, y en cada calle te hacen ver el edificio más notable, y en el edificio su detalle más significativo. Pero los otros, los de la categoría suprema, te agarran por el cuello, te arrastran ladera arriba pisando espinos y zarzales, si manifiestas fatiga o desesperación te ignoran, intentas descansar y te empujan a codazos, pero, llegados al punto más alto de la montaña, con un solo gesto brusco muestran la ciudad extendida a tus pies desde la única y más rica perspectiva, aquella que evidencia las grandes líneas de crecimiento y los motivos del constructor. "Y ahora", dicen, " eres libre de elegir lo que te convenga".
Nabokov sabía que en la ciencia pura y en el arte más elevado el detalle lo es todo; pero la artesanía del detalle no consiste en una concatenación de minucias, sino en la floración, la epifanía movilizadora del instante. El detalle logrado es el vértice donde se encuentran hombre y mundo, dos líneas oblícuas trazadas hacia el éxtasis de la sensación. La vida recordada (la única que puede elaborar el arte) es un rosario incandescente de detalles. Aunque esos momentos sólo adquieren refulgencia y forma en el hilo de la vida en que se engarzan, ésta no podría ser amada en su generalidad extensa si no hubieran sido hallada antes en su intensa concreción. Recordamos ese verso de un poema que nuestra memoria sólo balbucea, ese crepúsculo de aquel viaje ya desdibujado, el ojo ardiente -uno sólo- de una gata en celo en medio de ninguna parte, la cadencia exacta del gemido de ese rostro ya olvidado (acaso confundido). Sí, la vida es lo que recuerdas (re-cordis es pasar de nuevo por el corazón).
Pero el detalle puede convertirse -y se convierte- en veneno y fiebre y maldición. Nos lo dice Silvio al cantar su reclusión (difícil distinguir si es celebración o si es lamento) en la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta de su amada. Como una célula excesivamente viva que se inflama, cancerígena, y nos mata, hay detalles que se enconan por el lado de la sombra y el costado del dolor. La incandescencia de la vida quema.
Y hay que saber también qué es lo que se muestra, qué se resguarda. La verdad última de los detalles es una reticencia. Una insinuación. No callo los detalles épicos. No me toleran y no los necesito. No he visto cosas que vosotros no creeríais. No he visto atacar naves en llamas más allá de Orión, ni he visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos mis momentos, sí, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Pero sólo yo sé que esta manta azul que te cubría esconde un mar y su oleaje; sólo yo sé qué significa un cierto llanto después de cierto abrazo. Y sé otras muchas cosas. Son cosas de las que no hablo. Cosas tan frágiles que se deshacen al tocarlas, al exponerlas imprudentemente al aire.
Nunca me desdiré de aquello que aprendí a callar a tiempo.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Oh lento corazón,
Te has comprometido
con la inutilidad de las heridas.
No existe para ti
la despedida demasiado larga.
***
Renaceré cuando me encuentre
algo en el mundo
que no se te parezca
y, sin embargo, viva.
Mi corazón entonces latirá
como si al fin hubiera hablado sin oírte.