jueves, 12 de marzo de 2009

La biblioteca está en llamas (8)

En la Apertura, el trovador. Villon no anda lejos; Dante, sensual señor feudal, empareja al ciprés con la carne del arce; D'Aubigné es el más devastado; Petrarca dibuja con Giotto el doble crisantemo; Shakespeare es la posteridad de Shakespeare; Louise Labé ganó sus espuelas en la tregua de lis, ella es amante; Scéve vitrifica; aunque cuadrada, la vela de Ronsard tiene rizos de serpentina; Teresa de Ávila y Sade, los más audaces, son los más expuestos; Racine nos incendia en claroscuro; Chénier tiene la entereza del desastre; el capitán de loberos Pushkin; el regüeldo profético de Blake; Keats, semejante a Endimión, no ha cumplido su tiempo, no ha tocado muro alguno, luminoso nudo corredizo; Leopardi poetiza su miedo adivino en la noche de la naturaleza; la mano de Hugo venda el pecho de Ruth, un canto perfecto se alza; Chateaubriand llena con sus voluntades la urna de la palabra; la inspiración de Vigny perdura en un ángulo insigne; Nerval posee la gracia que provoca hambre; Baudelaire funde las heridas de la inteligencia en un dolor que rivaliza con el alma; las alas de Hölderlin son espaciosas, sabe tanto como los mudos; Mallarmé es a la vez único y condicional; Nietzsche destruye la galera cósmica antes de que cobre forma; Melville es digno de confianza; Poe, de frente o de espaldas, sirve de testigo; en la extenuación Emily Brontë alienta; Rimbaud no humilla al País que revela; en la obscenidad Verlaine se desenvuelve con la máxima elegancia; Lautréamont, blasfemo, hombre de bien, pone fin; el timbre de la bicicleta de Jarry no provoca aluciones más que en la periferia de París capital; Apollinaire empalma el canto hondo con la facundia; Claudel es irresponsable; Sygne nos sonríe desde su verde otero; Kafka es nuestra pirámide; Rilke nos tiende el trébol de cuatro hojas de la muerte; Proust de repente es Píndaro; Reverdy se hunde y desdeña el beneficio; veo de nuevo a Éluard; aquel a quien olvido fue feliz.

8 comentarios:

Francisco Sianes dijo...

René Char. "Indagación de la base y de la cima".

Anónimo dijo...

Aún me falta leer unos cuantos para comprenderlo!
No abandono,no, pero gracias por el empujoncillo, que a veces me hace falta. Un abrazo

(Te lo mando anónimo porque se me ha olvidado la contraseña XD.)

Anónimo dijo...

Georg Trakl, aún recuerda a la hermana.

Francisco Sianes dijo...

Anónimo 1 y 2.

¿Sois la misma persona?

***

Anónimo 1: imagino que eres la pintora perezosa. Si es así, espero que no sea preciso secundar las palabras de ánimo con una colleja. :-)

Un abrazo.

***

Anónimo 2 (todos): ¿qué retratos de Char te parecen estéticamente más eminentes?

Un saludo.

Hutch dijo...

Soy Anónimo 2, como ves, no soy la misma persona que el anterior. He llegado a tu blog por recomendación de una compañera de profesión; soy profesor como tú. Mi apunte de Trakl sólo era un mínimo esbozo de un escritor, creo, necesario.

Saludos. Ángel

Francisco Sianes dijo...

Trakl. Errático, pero muy grande.

Hola, Ángel. Siento curiosidad: ¿qué compañera "me recomendó"?

Un saludo y bienvenido.

Anónimo dijo...

Francisco, siento no satisfacer tu curiosidad; aunque no es ningún misterio, no creo que ella lo aprobara. Es mejor así.

Me gusta tu blog.
Saludos, Ángel.

Francisco Sianes dijo...

¡Pues ahora sí que me dejas definitivamente intrigado! ;-)

Salúdame a mi tímida compañera. Y otro saludo para ti.

Estás (estáis) en vuestra casa.