Sin embargo, para saber si un libro merece leerse una segunda vez tienes que haberlo leído completo una primera. A veces, un pésimo exordio nos conduce hacía un epílogo magnífico.
Una rápida y precisa ojeada (u hojeada), una experta caricia por el lomo, un acercamiento y olfateo profundo suelen bastarme, Luis, en un ejercicio intuicionista que no calificaré, para saber de qué va el asunto.
Creo, Francisco, que se trata más bien de un prejuicio.
Para saber si algo merece reverse, primero debe verse; con el grado de cuidado y atención que cada cual estime. Aunque a veces algunos prefieren para sí el punto de vista o de revista de otros.
Ojalá fuera posible que "repetieran" conmigo; pero el exigente hábito de las letras ha fatigado mis siempre quebradizas fuerzas. La cuestión no es tanto que ellas no quieran como que yo, ay de mí, no puedo.
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
12 comentarios:
Un punto de vista como otro.
Creo, Amanda, que se trata más bien de un "punto de revista".
Sin embargo, para saber si un libro merece leerse una segunda vez tienes que haberlo leído completo una primera. A veces, un pésimo exordio nos conduce hacía un epílogo magnífico.
Sucede lo mismo con ciertas mujeres.
Un saludo.
Una rápida y precisa ojeada (u hojeada), una experta caricia por el lomo, un acercamiento y olfateo profundo suelen bastarme, Luis, en un ejercicio intuicionista que no calificaré, para saber de qué va el asunto.
Un saludo y bienvenido.
Creo, Francisco, que se trata más bien de un prejuicio.
Para saber si algo merece reverse, primero debe verse; con el grado de cuidado y atención que cada cual estime. Aunque a veces algunos prefieren para sí el punto de vista o de revista de otros.
Querida Amanda,
Ponga su vista, con el grado de cuidado y atención que estime necesario, en la etiqueta que engloba estas "costillas".
[Que no se le escape la ironía. ;-)]
Estimado Francisco, en lo que a ironía se refiere, idem...
Tendré que repasarla a usted más a menudo, Amanda, para que no se me escapen sus connotaciones.
La pregunta es: ¿considerarán ellas que vale la pena repetir con usted? ¿O es que se considera usted irresistible?
Optimista Ka,
Ojalá fuera posible que "repetieran" conmigo; pero el exigente hábito de las letras ha fatigado mis siempre quebradizas fuerzas. La cuestión no es tanto que ellas no quieran como que yo, ay de mí, no puedo.
Saludos resignados y bienvenida.
Sólo un detalle: si el talle del "tallo" es de la talla que él detalla lo raro sería no sentirse irresistible...
Una pena; va a resultar una vez más que quien más presume, menos puede... :P
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