lunes, 30 de abril de 2012

Recién nacido

Sobre la cama de nuestros abuelos,
mi madre acuna a un niño que es mi hermano;
en torno, la familia; y yo entre ellos.
Es mi primer recuerdo, a los dos años.

Brillan mi madre y el recién nacido
tan lejos y tan cerca, entre las mantas.
"Qué guapa estás, mamá...", es lo que digo
y desanudo el mundo en mi garganta.

"Hijo, ¿quieres meterte aquí, conmigo?"
El mundo, hospitalario, me responde.
Quiero y ese querer es mi principio.
La vida es la belleza que me acoge.

5 comentarios:

Ángel Reyes dijo...

Usted, descaradamente joven aún, mantiene y evoca ese tipo de recuerdos, hermosos en la descripción, pero sobre todo en la sensación que deja su lectura.

Yo, hace tiempo, recordaba la acogida que me hacían en casa mi madre y mi padre cuando, hijo pródigo, volvía a mi casa a descansar o a cicatrizar, una y otra vez. "Hijo, ¿quieres meterte aquí conmigo?" Todo brilla en esa frase, en esos recuerdos.

No entendía, en estas vueltas a mi hogar materno, cómo mis padres podían vivir sin disponer, a su vez, de sus respectivos hogares-refugio.

El tiempo fue pasando y hoy soy mis padres. Cuerdo o loco, agradezco que mi mente se vaya acomodando al paso del tiempo, y, ¡sin pedirme opinión!

Anónimo dijo...

precioso... buen recurso para cuando te das de bruces con lo inhóspito. sabia memoria, mis felicitaciones.
saludos, soy an.

An dijo...

...y te deseo que "encuentres la forma de sobreponerte al don envenenado de una infancia feliz".

An

Lady O dijo...

Qué precioso y tierno. Además, tan coincidente con mi vivencia que no he podido resistirme, justo hoy, día de todas las madres, a enseñárselo a la mía, a sabiendas de que iba a suponerme la autora. Ella sabe que mi primer recuerdo se sitúa en aquel día de junio cuando llegó a casa de mis abuelos con mi hermano entre los brazos. Recuerdo lo guapa que la veía, quizá por la alegría que irradiaba. También recuerdo muy bien la sensación de extrañeza ante aquel pequeño intruso que parecía acaparar la atención de todos; aquella especie de turbación en el pecho al sentir a mi madre lejana pese a estar mi lado en la cama. También yo tenía dos años, aunque, bueno, me quedaban solo cincuenta y un días para cumplir los tres.

A mi madre le ha encantado el poema. Lástima tener que confesarle que no fui quien lo compuso.

[Ay, ¿quién no desea la belleza acogedora?]

Y ahora, sin pretender presumir de regazo placentero o seno hermoso, recibe desde aquí un cálido abrazo, moreno saleroso. ;)

Francisco Sianes dijo...

Ángel,
Cuentan de un maestro zen que, siempre de viaje por el mundo, allí donde estuviese, trazaba un círculo con tiza en cuyo centro escribía la palabra "hogar".

Ese refugio se lo deseo a usted.

***

An de mis entretelas,

¡Qué alegría verte de vuelta! Ecríbeme o llámame y me pones al día.

***

Lady O.

A ti no te digo nada: sólo que, ipso facto, me escribas a este correo para tener tu dirección.

francisco_sianes@hotmail.com