viernes, 18 de febrero de 2011

... ni el apuntador

Nietzsche mató a Dios; Foucault se cargó al hombre; Kojève -antes que Fukuyama- se merendó la historia. Y qué decir de los deconstructivos... ninguna institución, ninguna autoridad, ninguna de nuestras certezas se libró de su competencia asesina. Hastiado de su condición contemplativa, el filósofo moderno se ha agenciado un carnicero pluriempleo: fiscal y juez, verdugo y sepulturero, ha hecho del mundo un inmenso y lucrativo cementerio en el que no se salva ni el proverbial apuntador.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm ¿y no crees que en la contemporaneidad han sido ellos los asesinados?

dígame el nombre de tres filósofos de ahora, un, dos, tres, responda otra vez.... tic, tac, tic...

(yo tengo una amiga filósofa, buenísima, pero esa no cuenta porque apenas tiene repercusión).

Francisco Sianes dijo...

Respecto a tu diagnóstico, no recuerdo en qué pared de qué universidad francesa, un vociferante nietzscheano había escrito: "Dios ha muerto (Nietzsche)". Debajo, otro estudiante más pío apostillaba: "Nietzsche sí que ha muerto (Dios)".

Lo que más me incomoda de muchas de las figuras contemporáneas de la filosofía es su propensión a autoconcederse el papel de gurús laicos: su altanería, su divismo.

Yo te recomendaría a dos filósofos -a menudo dispersos y verborreicos, pero inspiradores-: Peter Sloterdijk y Slavoj Zizek.

(Tu amiga no creerá en el zodíaco...)

Abrazos.

Ya he enlazado otras veces la neurosis escatológica de este vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=XfOa8G8J72g

Anónimo dijo...

mmmm... y en eslovenia los váteres cómo son? de tazas comunitarias? o cagan para arriba?