martes, 13 de octubre de 2009

Huellas

A J., que, cauteloso, se pierde a veces en Marienbad.

Nada nos queda, después de que la huella ardiente de la piel sea derogada en el dictamen de la escarcha, sino la huella tibia, improcesable, del recuerdo.

3 comentarios:

J. dijo...

Precisamente en Marienbad, amigo Sianes, la escarcha se convierte en trampantojo. El mural de la memoria está lleno de perspectivas falsas.

Anónimo dijo...

Nada más cierto.

Francisco Sianes dijo...

¿Lo de J. o lo mío, de la Robla? :-P