viernes, 10 de julio de 2009

Nagara

El sol se desmigaja sobre el agua.
Tu mano no sostiene ya mi mano.
Mis párpados se cierran ante la belleza.

El mar sigue velando cuando todo duerme.

4 comentarios:

andoba dijo...

Algo contradictorios me resultan estos pocos versos, Don Francisco, ya que si en principio (y en conjunto) transmiten una sensación de paz contemplativa positiva, el segundo verso pone un toque de acidez.

Me ha gustado la elipsis entre el tercer y el último verso.

Un abrazo.

PD: ¿Nagara se refiere al Japón?

Francisco Sianes dijo...

Amigo Andoba,

Los tres primeros versos de esta humilde barcarola hablan de lo que cesa y se disipa: el calor y el día, la solidez de los afectos, la mirada que se agota y no puede seguir el paso de la belleza.

El mar, sin embargo (nagara), parece que velara cuando todo lo demás se ha disipado (o acaso sólo descansa).

Que esa efimereidad u obsolescencia provoquen paz o desasosiego depende ya de cada uno o de cada momento de cada uno.

Un afectuoso abrazo.

Anónimo dijo...

a mi el poema me da hambre... debe ser por la hora que es.
voy a mojar un sol en tazón de mar, creo.

Francisco Sianes dijo...

Poesía y amor bien podrían ser, querida An, esos alimentos que aumentan el hambre.

Aunque mojar(se) y saciar(se) -no me guardes rigor: echo de menos el humor español- tampoco es mal plan.

Un abrazo.