"Eres el mejor amante que he tenido", "No hay nadie más inteligente que tú", "No se puede estar más bueno...". Elogios que uno habría recibido encantado en su primera juventud. Hoy, sin embargo, en su vida íntima, uno aspira a manifestaciones como: "Tu sensatez no tiene límites", "Imposible ser más coherente" o esta alabanza, que puede justificar una vida: "Eres la persona menos molesta que conozco".
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5 comentarios:
No sé, no sé... ;-)
Palabra, Sir. La experiencia (los palos de la vida) enseñan el inmenso, casi infinito valor de virtudes presuntamente menores como la coherencia o la sensatez [que aquí es "sentido común" y en otras lenguas, más sabias, el "bon sens"; pues de común no tiene nada]. Y eso de no ser particularmente molesto con el vecino y la pareja, ese saber "vivir y dejar vivir" no es virtud: es bendición del cielo.
Je, je... Bueno, lo decía un poco de coña, porque eso de que a uno le digan que no han conocido mejor amante... Hay que reconocer que normalmente eso se dice siendo invariablemente mentira, o en el menos malo de los casos bajo la dulce ceguera del amor. Sí, estoy de acuerdo con usted, ese mínimo de lógica y sensatez, de coherencia y urbanidad, de ingenuo deseo de convivir con respeto (que es tolerancia y también interés), es la base necesaria para que cualquier otra virtud sea algo más que un chiste o un adorno. Sin esa base, las almas mínimamente sensibles se convierten en cascarrabias... palabra que, por cierto, me sueltan mucho en los últimos años... :-)
Sir John, si el amante es bueno consigue borrar (aunque sea temporalmente) el resto del tiempo, y en esas ocasiones es cierto que no se ha conocido amante mejor.
Muy cierto, Ginebra, muy cierto. La abolición del tiempo o el hallazgo de otras dimensiones no horizontales del tiempo me interesan mucho últimamente, y por eso siempre he dicho que dos buenos amantes no necesitan andar enamorados para darse un paseíto agradable y productivo por el amor...
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