viernes, 24 de octubre de 2008

¿Qué tiempo es éste

en que la mujer, alienada por el estupidizante culto al cuerpo amputado del espíritu, siente como la violación más descarnada de su intimidad la mirada minuciosa y apremiante con la que el deseo del hombre atrapa y depreda su figura? Es en la mirada que sondea los abismos de la ajena -los ojos arrojados frente a otros que no maliciaban ni se han protegido del acecho- donde el hombre, si no estuviera él mismo enajenado por un mundo que prefiere la tibieza de una piel siempre accesible al calor de un corazón que en las entrañas arde, podría penetrar en la mujer hasta su vulnerabilidad más íntima, hasta la hondonada donde el pudoroso y delicado nudo del espíritu se entreabre en la ternura floreciente de la carne.

2 comentarios:

annabel dijo...

Uyuyuyuy....¡Bravo...Bravo!

Y además que lo has dicho con rotundidad y convencimiento.
¡Así se habla!
¡Así se escribe!

Es tiempo de frivolidad y por ende de inseguridad.
Culto, es lo que hay que darle al conocimiento, o por lo menos a la inquietud.

Un besillo *:*

Elena dijo...

Tiempo, también, siguiendo la línea del tiempo, donde una mirada superficial podría devenir en la mirada última, la tibia chispa en el ardiente fuego.

Bellísimo texto, como tú, como ese lugar sin fondo, telón de cada encuentro.