jueves, 27 de septiembre de 2007

Msn (y 2)

Pero hay algunos casos que se merecen un trato aparte. Como entre los tifosi del mundo de la cultura, entre los usuarios del Messenger podemos distinguir apocalípticos e integrados: los primeros participan de su mundo de referencia denigrándolo; los segundos se abrazan a él con el espíritu acrítico y el fanatismo del converso.


Entre los que conozco, el ejemplo más representativo de esto último es una chica que dedica el espacio del lema a informar a sus contactos de todo lo que a lo largo de los días hace:

En la ducha

Paseando a Tono (es de suponer que se trata de su mascota)

Trabajando

Me voy al cine

¡En el otorrino! (un misterio el sentido de los signos de admiración)

Con Nacho (presumiblemente, su novio: en este caso siempre añade un corazón e inverosímiles cantidades de rosas)

En los últimos tiempos, he asistido a su boda y su embarazo. Todo comenzó con una cuenta atrás:

321 días para la boda

No relataré mi aprensión ante esa serie que encontraba diariamente decrecida. Como el preso que traza en la pared de su celda los días que le restan para volver a la luz, quien así descuenta vive la espera como tiempo inútil, como trámite: fastidioso paréntesis a cuyo cierre volveremos al épico relato de la vida que cuenta. Cuesta creerlo; pero, en un momento de estupefacción, pude llegar a leer:

Noche de boda

No mucho después (hay que reconocerle a Nacho su puntería):

¡Ya somos tres!

A lo que siguió una vertiginosa y pormenorizada relación de pataditas en el vientre, varices y antojos; por no hablar de un book de ecografías del feto y una serie de impúdicas especificaciones prenatales que me revolvían el estómago. Ante el inminente nacimiento del bebé, me he visto obligado a eliminarla de mi lista de contactos.

Asombra la naturalidad con que esta chica ha convertido su vida en escaparate o ready-made de su propia intimidad, la soltura con que ha hecho real el viejo sueño surrealista de los hogares de cristal, donde lo público y lo privado se confunden y se disuelven.

Frente a esto: la conmoción de los apocalípticos.

Algunos agitan proclamas que han sido escritas en el agua desde el principio de los tiempos:

Vales por lo que eres, no por lo que representas

Otros rumian un minucioso rencor que inspira a un tiempo conmiseración y suspicacia:

¡Entra en www.blocko.com para saber quién te tiene bloqueado!

Candor y rabia que no son sino muecas desesperadas ante lo inevitable: pintadas desleídas y autocompasivas en los muros de la inexpugnable fortaleza de lo fáctico.

Pero quiero acabar hablándoles de Mario Torres. Ése será su nombre y ése será su nick. Lo conocí en un foro de música clásica donde compartía sus enciclopédicos conocimientos operísticos y lucía -la frase es de Walpole- un sentido común que llegaba a lo genial. Pese a nuestra considerable diferencia de edad y temperamento, simpatizamos e intercambiamos nuestras direcciones de correo; y, durante varios meses, mantuvimos una frecuente correspondencia sobre asuntos musicales donde toda confesión personal fue tácitamente excluida.

Una tarde, recibí una invitación de contacto en el Messenger. Para mi sorpresa, se trataba de Mario. Había descubierto el programa y le había parecido oportuno agregarme a su cuenta. Nada me resultaba más incongruente que imaginar a mi amigo chateando. Su ventana mostraba la foto predefinida e inquietante de un amarillo patito de goma con el pico intensamente rojo (en suma: un patito psicópata y bujarrón) que, por contraste, arrojaba una sombra involuntariamente cómica a su escrupulosidad ortográfica: Mario escribía comenzando todas sus frases con mayúsculas y rematándolas sistemáticamente con un punto final.

Más chocante aun me resultó constatar que, casi cada vez que abría mi Messenger, encontraba conectado a mi amigo. A veces hablaba con él; aunque no mucho tiempo: lo notaba ocupado, apresurado y nervioso (sus mayúsculas iniciales, sus puntos finales y el pato de goma habían desaparecido) y no deseaba incomodarlo. Esta desconcertante situación se alargó un par de meses, durante los que dejé de recibir su habitual correspondencia.

Un sábado, ya de madrugada, volví a casa de la fiesta de cumpleaños de una amiga. En esos días esperaba con impaciencia un correo y abrí el Messenger. El correo no había llegado; pero ahí estaba Mario. La sorpresa pudo más que la discreción:

"Pero, ¿qué hace usted aquí a estas horas?"

Tardó unos minutos en responderme. Durante la hora siguiente, me contó su historia. Jamás habíamos hablado -lo he dicho- de temas personales. Quizá por eso, o quizá por la olímpica imagen que de él tenía, su confesión me impactó tanto. Antes del verano, había conocido en un blog a una chica chilena, fotógrafa y casi treinta años más joven que él. Los pormenores de su relación (el desconcierto y deslumbramiento inicial, las interminables conversaciones nocturnas frente a la pantalla, los intercambios de fotos, la nota desafinada de las primeras excusas, las laberínticas justificaciones de la ausencia y el silencio ajeno) son -estoy seguro- conocidos por todos.

"Al principio, hablábamos a diario durante horas. Últimamente, apenas una o dos veces a la semana y siempre con prisas. Ahora parece estar siempre agobiada por asuntos impostergables. Paso horas ante el ordenador esperando que aparezca. No sé qué hacer. No le he pedido su número de teléfono por temor a una negativa. He pensado en borrarla de mi cuenta o bloquearla, por si mi ausencia la mueve a ponerse en contacto conmigo. Pero no me atrevo. Me he enamorado, Francisco."

Después de esa noche y durante semanas, como si yo mismo me sintiera responsable de la suerte de mi amigo, entraba siempre con el temor de verlo conectado. No fue así. Como un vencejo velocísimo que hubiera emigrado al reino de las sombras, su cuenta aparecía desconectada con la irrevocabilidad de un epitafio.

Hace una semana, mientras preparaba las primeras clases del curso, apareció un aviso en la pantalla de mi ordenador. Acababa de recibir un correo de Mario Torres. En él me hablaba, con su antigua sensatez y sensibilidad, de la riqueza estructural de El arte de la fuga y de la desgarradora garganta con que Kathleen Ferrier interpretó La canción de la tierra poco antes de morir.

Nunca le confesaré la emoción con la que he vuelto a leer sus palabras.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

A la amiga de la primera parte, ¡que le corrrrten la cabeza! Y a su amigo de la segunda... paciencia y entereza. Si le ha pasado una vez, le pasará una segunda. Y una tercera. Y una cuarta.

Anónimo dijo...

Aquí me animo yo a escribirte las "perlas" que encuentro yo en mi cuenta:
-"¿Por qué todo ha de ser color de rosa?"
-"Hace un año que me quitaste la vida calvo de mierda"
-"El cerdo del frigorífico, posiblemente el guardián más peligroso" (no comments).
-"Mi jefe se merece un monumento en to lo más alto del cementerio".
-"¡Viva Al-andalus libre!" (no comments al cuadrado).
-"¡Gorfos, que sois tos unos gorfos!"
Y, bueno, ésta también:
-"El dedo del Gorila coge fuerza Anal Duodenal" (no comments al cubo).
Me he divertido mucho con los post de "Msn". Debo felicitarte por el de "La escuela de la esperanza".

Un saludo

Francisco Sianes dijo...

Faustine,

¿Qué amiga de la primera parte?

¿Por qué su nick me dirige a un perfil vacío y no a su blog?

"Pedro",

Muy andaluces sus contactos. Me alegro de que se haya divertido; aunque no sé yo hasta qué punto pretendía ser divertido...

Y gracias.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

La amiga repelente de la primera parte será considerada como la amiga repelente de la segunda parte. A su vez, la amiga repelente de la segunda parte será considerada como la amiga repelente de la primera parte ((...) el ejemplo más representativo de esto último es una chica que dedica el espacio del lema a informar a sus contactos de todo lo que a lo largo de los días hace...).

Y mi perfil funciona perfectamente, :-)

Francisco Sianes dijo...

¡Pero claro!

Buscaba una página en Blogger; pero su blog es de otro servidor. Si es que soy torpe...

La semana que viene le echo un vistazo (a su blog, por supuesto).

Anónimo dijo...

Vengo desde una página de cómics sorprendente en la que usted ha puesto un comentario.
Leyendo sus palabras de aquí, comprendo que le haya gustado el ciclista-ingeniero-músico-profesor También él ha tomado en cuenta su aportación y la ha recreado en la tira de hoy:
http://www.24rotuladores.org/2007/10/propuesta-de-reforma-del-sistema.html

Lo de seguir enlaces en la red a veces da sorpresas como la presente. Me ha encantado encontrar a dos personas que tomando asuntos aparentemente muy trillados les dan un tratamiento que roza la genialidad.
Enhorabuena

Francisco Sianes dijo...

Gracias por su generosísimo comentario, Hilario.

(Y disculpe la insolente rima).

Un abrazo.