Jirón fugaz de la felicidad que perseguimos bajo la tormenta, cada uno te encuentra, de improviso, en un rincón dispar del universo. En éste, tú y yo nos encontramos. Tempestad de jirones convergiendo y tempestad de manos atrapándolos, queda el lugar. Ojos que arden por agradecer, olor carnal que afiebra la memoria, queda la huella. En esta esquina ahora clausurada, el viento aúlla y brilla cuando pasa.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
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