lunes, 15 de octubre de 2007

La naturaleza del héroe

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Pero bueno!, ¡Francisco! ¿Es usted el de la foto?

Me ha pasado lo mismo que con Brad Pit en "Troya". Me he leído no sé cuántas veces "La Ilíada". La frescura, la energía, la pureza de esa Obra me emocionan. Y Aquiles es un personaje estremecedor: el Personaje, por encima de Odiseo, por supuesto (bueno, la ternura que me inspira Héctor no queda a la zaga).

¿Y qué me ha pasado? Cuando vi al actor de "Troya" me pareció tal ofensa a Homero, que se me quitaron totalmente las ganas de ver la película (además temía defraudarme de todos modos, pues no se puede poner en imágenes la belleza y el impacto de la narración).

Estaba acostumbrado a verle a usted, Francisco, en esa semioscuridad, con el rostro centrado en algún libro que tenía entre los brazos, no para leer, sino para escribir. Me llamaba la atención su pelo largo. Al principio creía que sería usted de más edad, pero el aspecto de su postura, su delgadez y su pelo me hacían pensar que no sería tan "mayor". Por otro lado, sus relatos sobre discotecas y demás apuntaban en esa dirección. Finalmente, cuando dijo que es de la quinta de los setentaitantos, me terminó usted de concretar que, efectivamente, no portaría usted aún canas en la cabeza.

Me ha provocado usted, con su imagen, y así, de sopetón, esa misma desilusión que me causó Brad Pit profanando la deidad de Aquiles.

No veré "Troya", pero a usted lo seguiré leyendo.

Anónimo dijo...

¿Se da cuenta, Francisco, de que ambos hemos rescatado al mismo tiempo a un personaje de piedra cubriéndose el rostro?
Bella esa fotografía en que la adversidad desafía a los restos del día, también al discurso del cielo.
Bella esa fotografía, sí. Gracias por ella y por la suya propia.
Un abrazo.

Francisco Sianes dijo...

Profesor Insipiente,

Me ha dejado como la estatua de la foto: abatido y de piedra.

Si hubiera sabido al poner mi foto que iba a quedar como profanador de mi propia imagen, habría puesto la de mi padre (que ya puede presumir de canas y de esa atractiva serenidad de los hombres maduros).

Creo que era Pavese quien decía aquello de que, a partir de los cuarenta, uno es responsable de su cara. Así que, al menos, me quedan todavía unos añitos para eludir mi responsabilidad sobre mi aspecto físico.

Me alegro de que, pese a mi profanador semblante, siga usted leyéndome.

Un cordial saludo, compañero.

***

Estamos esperanzadoramente sincronizados, Ana.

Y gracias a usted por la elegancia y la generosidad de sus comentarios.

Un abrazo.

Francisco Sianes dijo...

Amigo Insipiente,

Ya que nada puedo hacer con mi edad, vuelvo a escribir de nuevo. Espero que mi nueva foto la encuentre usted más cerca de Montaigne que de Pitt.

¡Qué triste estar tan lejos de uno y otro!

(Por cierto, ¿es usted el autor del anónimo del último comentario de "La arquitectura del ocaso"?)

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Querido Francisco: No quiero convertir su torre en un aposento trivial, pero quisiera terciar en el lance aquí sostenido acerca de su imagen. Lejos de Montaigne, lejos de Brad Pitt -por fortuna-, su rostro es el de un hombre que no se repetirá -tergiverso palabras de Plinio-. Si me sorprendió -gratamente- su primera imagen -la justa faz de sus también gratas palabras-, más me ha sorprendido aún la segunda. Entre los Essais y el celuloide hay un espacio sólo suyo, de usted, que es ese libro en el que escribe y que generosamente hoy nos regala. "Escrito está en mi alma vuestro gesto", si me permite deirle sin exceso.

Anónimo dijo...

Estimado amigo. Querido Francisco:

No soy el "anónimo" a que usted se refiere. Aunque comparto las opiniones expresadas por él y usted.

Ya me he reconciliado con este Francisco salido de la penunbra. Su nueva foto, híbrida entre la añorada y la intrusa, me hace más fácil reconocerle de nuevo.

Francisco Sianes dijo...

Ana,

Como no sé bien qué contestarle, la abrazo con un no sé qué que quedo balbuciendo.

***

Querido amigo,

Descuide: dele un par de años como tutor de Primero de ESO a este intruso y lo tendrá encanecido, arrugado y ojeroso.