Bueno, amigo mío, después de un tiempo de silencio lector vuelvo y descubro que tus palabras vuelan últimamente por cielos oscuros. Llevo meses discutiendo con mis dichosos conciudadanos, porque todos me llaman cenizo cuando pido a los cielos que, sin anegar los campos y las casas, siga lloviendo y haciendo frío hasta junio. Ahora, muchos de ellos se quejan de calor. Y digo yo que nunca viene mal un invierno de verdad, por mucha agua que nos caiga. Anda pendiente esa cerveza... Un abrazo.
"¿Hubo un caos? Muy lejos De su origen, me brinda Por entre hervor de luz Frescura en chispas. ¡Día!
Una seguridad Se extiende, cunde, manda. El esplendor aploma La insinuada mañana.
Y la mañana pesa, Vibra sobre mis ojos, Que volverán a ver Lo extraordinario: todo.
Todo está concentrado Por siglos de raíz Dentro de este minuto, Eterno y para mí.
Y sobre los instantes Que pasan de continuo Voy salvando el presente, Eternidad en vilo.
Corre la sangre, corre Con fatal avidez. A ciegas acumulo Destino: quiero ser.
Ser, nada más. Y basta. Es la absoluta dicha. ¡Con la esencia en silencio Tanto se identifica!
¡Al azar de las suertes Únicas de un tropel Surgir entre los siglos, Alzarse con el ser,
Y a la fuerza fundirse Con la sonoridad Más tenaz: sí, sí, sí, La palabra del mar!
Todo me comunica, Vencedor, hecho mundo, Su brío para ser De veras real, en triunfo.
Soy, más, estoy. Respiro. Lo profundo es el aire. La realidad me inventa, Soy su leyenda. ¡Salve!"
Un cariñoso abrazo.
***
Qué bueno volver a leerte por aquí, Sir.
El tenebrismo literario no siempre proviene de ánimos infelices; aunque casi siempre (descartados el caso de los divos del dolor) es hijo de experiencias instructivas.
Me encantaría tomar esa cerveza (o café) a la vuelta de la semana santa. Ando (no es pretexto) muy liado; pero seguro que podemos coincidir un día.
Un abrazo, amigo.
[Yo también sigo leyéndote; pero padezco de pereza internáutica.]
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
3 comentarios:
Mundo perfecto de un punto al otro, esfera tornasolada que no quiere escuchar funestas profecías de apocalipsis y olvido.
Bueno, amigo mío, después de un tiempo de silencio lector vuelvo y descubro que tus palabras vuelan últimamente por cielos oscuros. Llevo meses discutiendo con mis dichosos conciudadanos, porque todos me llaman cenizo cuando pido a los cielos que, sin anegar los campos y las casas, siga lloviendo y haciendo frío hasta junio. Ahora, muchos de ellos se quejan de calor. Y digo yo que nunca viene mal un invierno de verdad, por mucha agua que nos caiga. Anda pendiente esa cerveza... Un abrazo.
Como dejó dicho el gran Guillén, Alicia:
"¿Hubo un caos? Muy lejos
De su origen, me brinda
Por entre hervor de luz
Frescura en chispas. ¡Día!
Una seguridad
Se extiende, cunde, manda.
El esplendor aploma
La insinuada mañana.
Y la mañana pesa,
Vibra sobre mis ojos,
Que volverán a ver
Lo extraordinario: todo.
Todo está concentrado
Por siglos de raíz
Dentro de este minuto,
Eterno y para mí.
Y sobre los instantes
Que pasan de continuo
Voy salvando el presente,
Eternidad en vilo.
Corre la sangre, corre
Con fatal avidez.
A ciegas acumulo
Destino: quiero ser.
Ser, nada más. Y basta.
Es la absoluta dicha.
¡Con la esencia en silencio
Tanto se identifica!
¡Al azar de las suertes
Únicas de un tropel
Surgir entre los siglos,
Alzarse con el ser,
Y a la fuerza fundirse
Con la sonoridad
Más tenaz: sí, sí, sí,
La palabra del mar!
Todo me comunica,
Vencedor, hecho mundo,
Su brío para ser
De veras real, en triunfo.
Soy, más, estoy. Respiro.
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
Soy su leyenda. ¡Salve!"
Un cariñoso abrazo.
***
Qué bueno volver a leerte por aquí, Sir.
El tenebrismo literario no siempre proviene de ánimos infelices; aunque casi siempre (descartados el caso de los divos del dolor) es hijo de experiencias instructivas.
Me encantaría tomar esa cerveza (o café) a la vuelta de la semana santa. Ando (no es pretexto) muy liado; pero seguro que podemos coincidir un día.
Un abrazo, amigo.
[Yo también sigo leyéndote; pero padezco de pereza internáutica.]
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