Nos preceden las tormentas que enfebrecen el verano. Ninguna palabra nos parece demasiado breve. Ninguna promesa insensata. Ola a ola, el silencio rompe contra la hospitalidad del viento. Corazón y corazón laten trenzándose en la espuma. La soledad no sobrevive a nuestra íntima paciencia.
jueves, 17 de julio de 2008
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