... y de un poco de soberbia, ¿no cree? Acabo de echarle un vistazo exhaustivo a su blog, y veo que su círculo de intereses peligrosamente se va estrechando: de sus magníficos y observadores artículos sobre la literatura pasa usted a escribir casi exlusivamente sobre sí mismo... Una pena; un verdadero poeta tiene que observar detenidamente el mundo para poderle ofrecer algo...
Hable de lo que hable, uno está condenado a hablar siempre de sí mismo. Yo diría, de hecho, que si por algo se ha caracterizado este blog es por ser un autorretrato constante y fatigoso de su autor.
Por otra parte (y en contra de lo que pretendía en un principio), apenas he escrito aquí sobre literatura. El motivo, sin duda, es que me conozco y sé que, si empiezo a escribir sobre los libros que leo, me va a pasar como en el reciente artículo sobre Sloterdijk: que un pequeño capitulito me ha llevado a escribir un elefantiásico texto.
Si siguiera mis inclinaciones naturales, escribiría un borgiano libro de arena (esto es, infinito) sobre cada libro que leo. Y tampoco se trata de castigar más de lo imprescindible a los pacientes lectores de esta torre.
Sea como sea, procuraré moderar el narcisismo. Sepa que aquí las críticas siempre son bienvenidas.
Un cordial saludo.
*[Si no tiene inconveniente, emplee usted un nick cualquiera: que con los anónimos se vuelve uno loco. Nunca sé si contesto al mismo o a siete...]
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
5 comentarios:
Esta es la típica fotografía de "sin comentarios" :-D
Muy buena... pero deje caer la venda (o la modestia), no sea tímido.
Un beso.
No es timidez, Ana: protejo mis partes pudendas.
Un abrazo.
Uy, a usted le cortan el cañón cualquier día de éstos. Que no todas sus admiradoras van a ser tan elegantes y consideradas como nuestra Ana...
... y de un poco de soberbia, ¿no cree? Acabo de echarle un vistazo exhaustivo a su blog, y veo que su círculo de intereses peligrosamente se va estrechando: de sus magníficos y observadores artículos sobre la literatura pasa usted a escribir casi exlusivamente sobre sí mismo... Una pena; un verdadero poeta tiene que observar detenidamente el mundo para poderle ofrecer algo...
Anónimo*,
Hable de lo que hable, uno está condenado a hablar siempre de sí mismo. Yo diría, de hecho, que si por algo se ha caracterizado este blog es por ser un autorretrato constante y fatigoso de su autor.
Por otra parte (y en contra de lo que pretendía en un principio), apenas he escrito aquí sobre literatura. El motivo, sin duda, es que me conozco y sé que, si empiezo a escribir sobre los libros que leo, me va a pasar como en el reciente artículo sobre Sloterdijk: que un pequeño capitulito me ha llevado a escribir un elefantiásico texto.
Si siguiera mis inclinaciones naturales, escribiría un borgiano libro de arena (esto es, infinito) sobre cada libro que leo. Y tampoco se trata de castigar más de lo imprescindible a los pacientes lectores de esta torre.
Sea como sea, procuraré moderar el narcisismo. Sepa que aquí las críticas siempre son bienvenidas.
Un cordial saludo.
*[Si no tiene inconveniente, emplee usted un nick cualquiera: que con los anónimos se vuelve uno loco. Nunca sé si contesto al mismo o a siete...]
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