En una ocasión escuché decir a André Glucksmann que el revolucionario puro es quien cree que son las balas y no los muertos quienes siempre tienen razón. Pienso en aquéllos -amantes demasiado puros o necesitados (¿no es lo mismo?)- que confían en que el amor nunca se equivoca. Y pienso en mí -bala que ha hendido almas todavía vivas- y en las mujeres que acertaron a amarme. Y se equivocaron.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
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2 comentarios:
Todo lo que el amor mata, amigo Sianes, es por exceso de puntería. Pero no por eso se prive usted de dar siempre en la diana...
Contra todos los pronósticos, querido amigo, uno ha sido más flecha certera que escopeta 'feria. Y sin embargo, ¡oh sin embargo!, la evidencia de la entrada de ahí arriba.
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