A los filántropos por cuenta ajena*, que normalizan el delito y la barbarie en virtud de su mera recurrencia, les dedico esta parábola de Kafka. Lúcida. Terrible.
En el templo irrumpen leopardos y se beben el vino de los cálices; esto acontece repetidamente; al cabo se prevé que acontecerá y se incorpora a la ceremonia del templo.
* (El pedabobo es, con los considerables recursos que proporciona la petulancia, la línea más corta entre la ignorancia y la estupidez.)
1 comentario:
Genialmente... bárbaro.
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