Desde que, allá en mi lejana infancia, la tabla wija profetizó que acabaría casado (¡horror!) con (¡pavor!) mi cariacontecida amiga Rufina (acabó revelándose -confío en que por razones ajenas a la profecía- lesbiana); desde que mi padre pasara diaria y compulsivamente, simulando saludarle (para eterno sonrojo y embarazo de quien escribe) y, en suma, en vano un cupón por la joroba de su colega Manolito... he dejado de creer en gafes, maldeojos y malfarios.
De hecho, el último partido que vi completo fue, precisamente, la final de la Eurocopa. Ya me gustaría que eso me hubiera convencido de mi infalibilidad papal*...
* [Te confieso que, de pequeño -y sí: antes de conocer el voto de castidad (y la profecía rufínica)- aspiraba a ser Papa.]
Por cierto, no te pega nada eso de retirarte a tus aposentos. Te veo más en plan Lisa Simpson con aquello de: "Si alguien me necesita, estaré en mi habitación".
Me ha hecho sonreír...En fin, Francisco, no le dejaré terrero a la superstición pero no vengas cualquier día diciendo que Rufina lo ha reconsiderado y regresa a cumplir su destino! Aunque hay días en los que parece que nos ha mirado un tuerto, pensaré en su lugar que ha sido un cíclope. Abrazos con los dedos cruzados (ups) (me encanta Lisa...)
Hay tardes enteras que ha pasado hojeando -sin apenas leer, por el entrañable placer de acariciarlos, olerlos, tenerlos cerca- los manoseados volúmenes de sus estanterías. Rara es la semana que ha dejado pasar sin escribir a mano una carta a un antiguo maestro, al que un día temió y hoy aprecia. Alguna vez, algún vecino curioso podría descubrirlo en ensimismada contemplación tras la ventana; podría acaso pensar que alguna melancolía lo aturde o acosa: él sólo escucha una música lejana o el calmado discurrir de sus ritmos interiores. Nunca un café se alargó como aquel que compartía con ella las soleadas e infinitas mañanas de domingo, a la sombra del árbol que plantara su abuelo. Nadie encontrará con más facilidad una excusa para interrumpir sus paseos por la playa en penumbra, tal como los interrumpía con ella, ahora que ella le falta. Jamás un latido ha durado tanto. Sin duda, observadores imparciales que nada saben ni quieren saber de él dictaminarían, con justicia, que ha perdido el tiempo. Él, si tuviera el valor de contestar, sin exigirles comprensión y con no menos justicia, sostendría que ha ganado una vida.
3 comentarios:
Debo ser gafe... para un partido que veo! En la Eurocopa ni uno y mira qué bien les fue.
En fin, me retiraré a mis aposentos la próxima vez.
Alicia,
Desde que, allá en mi lejana infancia, la tabla wija profetizó que acabaría casado (¡horror!) con (¡pavor!) mi cariacontecida amiga Rufina (acabó revelándose -confío en que por razones ajenas a la profecía- lesbiana); desde que mi padre pasara diaria y compulsivamente, simulando saludarle (para eterno sonrojo y embarazo de quien escribe) y, en suma, en vano un cupón por la joroba de su colega Manolito... he dejado de creer en gafes, maldeojos y malfarios.
De hecho, el último partido que vi completo fue, precisamente, la final de la Eurocopa. Ya me gustaría que eso me hubiera convencido de mi infalibilidad papal*...
* [Te confieso que, de pequeño -y sí: antes de conocer el voto de castidad (y la profecía rufínica)- aspiraba a ser Papa.]
Por cierto, no te pega nada eso de retirarte a tus aposentos. Te veo más en plan Lisa Simpson con aquello de: "Si alguien me necesita, estaré en mi habitación".
Me ha hecho sonreír...En fin, Francisco, no le dejaré terrero a la superstición pero no vengas cualquier día diciendo que Rufina lo ha reconsiderado y regresa a cumplir su destino!
Aunque hay días en los que parece que nos ha mirado un tuerto, pensaré en su lugar que ha sido un cíclope.
Abrazos con los dedos cruzados (ups)
(me encanta Lisa...)
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