Engastado yo en tu epicentro, tu deseo ciñe la pleamar de mi oleaje. Estás en mí como en la antorcha arde la semilla de la llama. Estoy en ti como la mar en la memoria de la caracola. Ser el firmamento donde el trueno abre su entraña al relámpago: tu pudor vencido. Ser la raíz del tallo en que florece tu sonrisa: mi candor logrado. Seda y látigo se anudan en el lazo incandescente del abrazo.
lunes, 8 de septiembre de 2008
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