Nunca se criticará demasiado al siglo XIX por haber favorecido a esa ralea de glosadores, esas máquinas de leer, esa malformación del espíritu que encarna el Profesor -símbolo de la decadencia de una civilización, de la degradación del gusto, de la supremacía del trabajo sobre el capricho.
Ver todo desde el exterior, sistematizar lo inefable, no mirar nada de frente, hacer el inventario de los proyectos de los demás... Todo comentario a una obra es ramplón e inútil, pues todo lo que no es directo es nulo.
En el pasado, los profesores se consagraban con preferencia a la teología; al menos tenían la excusa de enseñar lo absoluto, de limitarse a Dios, mientras que ahora nada escapa a su competencia asesina.
(E.M. Cioran)
Ver todo desde el exterior, sistematizar lo inefable, no mirar nada de frente, hacer el inventario de los proyectos de los demás... Todo comentario a una obra es ramplón e inútil, pues todo lo que no es directo es nulo.
En el pasado, los profesores se consagraban con preferencia a la teología; al menos tenían la excusa de enseñar lo absoluto, de limitarse a Dios, mientras que ahora nada escapa a su competencia asesina.
(E.M. Cioran)
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